La carrera 23 perdió un personaje emblemático

LA PATRIA | MANIZALES

La voz de Cascarita ya no se escuchará por la carrera 23 de Manizales. Este hombre, que murió ayer en su casa del barrio El Bosque, a los 71 años, se hizo todo un personaje con la promoción de los productos de vendedores ambulantes, y en los últimos años en su papel de Capitán Titanic.

Su nombre real fue Mario Correa Arango y falleció al mediodía como consecuencia de un paro respiratorio, empezó a tener complicaciones de salud desde el pasado sábado.

Cascarita fue payaso profesional, nació en Manizales, y nunca se le veía triste y disfrutaba lucir diferentes disfraces.

Según Carlos Alberto Sánchez, vendedor informal, dijo que lo conocía hace 30 años. "Él caminaba la carrera 23 con su megáfono, le imprimía alegría a la vía".

El testimonio lo confirma la sobrina de Cascarita, Beatriz Helena Correa: "era muy simpático, mantenía contándonos chistes y se inventaba unas historias tan increíbles que nos podíamos morir de la risa".

Él era soltero, no tuvo hijos ni tampoco se le conocían amigos, su lema era: "mientras en el mundo existan niños el payaso será eterno". Desde que abandonó su labor en los circos, la calle se convirtió en su escenario. Frecuentaba la carrera 23 y desde el 2003 se apropió de un personaje que lo hizo famoso en Manizales: el capitán del Titanic.

Sin embargo, como señala Diomer José Rincón, otro vendedor informal, fue reconocido por caminar con un megáfono anunciando la mercancía que se ofrecía sobre los andenes. Los últimos años lo dejó de hacer.

Su jornada como personaje callejero se iniciaba a las 5:30 de la madrugada y duraba hasta las 8:00 de la noche, indica Beatriz Helena.

El pasado domingo los vendedores extrañaron no verlo deambular y pedir dinero por la carrera 23. Cascarita navegó entre la risa de los niños y la diversión de los adultos, pero naufragó en medio de los alucinógenos. Nelson Ríos, también vendedor informal, dice que Cascarita se entregó al consumo de la droga hace unos seis años.

Beatriz agrega que las últimas palabras de él fueron "los quiero mucho", dirigidas a los familiares que lo acompañaban en su camino a la muerte. Su cuerpo es velado en Jardines de La Esperanza, y sus familiares definían si las honras fúnebres de Mario serán en el templo de San Antonio o en otra iglesia.