Andrés Rodelo
LA PATRIA | Manizales
Hace 17 años, una periodista le preguntó a la doctora Luz Amalia Ríos por la potencialidad de unos compuestos químicos que había desarrollado durante sus estudios del Doctorado en Química de la U. del Valle.
Ella, desconociendo la utilidad que tenían, respondió: “Todo estudio básico encontrará su aplicabilidad a mediano o largo plazo. Lo importante es investigar”.
Hace aproximadamente dos meses, la investigadora del Departamento de Química de la U. de Caldas se encontraba trabajando en su computador. Eran las 9:00 de la mañana cuando timbró su celular. “Doctora Luz Amalia, aprobaron la patente”, le dijo el abogado que tramitaba desde hace tres años ante la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos la protección de una serie de nuevos compuestos químicos desarrollados en los laboratorios de la U. de Caldas, con los cuales se busca curar la leishmaniasis cutánea.
“Lloré de la emoción. Es un orgullo profesional”, dice la investigadora, quien años después encontró la aplicación de esos compuestos a través de proyectos de ciencia básica, como ella lo creía. El logro constituye la primera patente internacional que recibe la U. de Caldas. Enseguida llamó al exrector de la institución Ricardo Gómez "en reconocimiento y agradecimiento por el enorme interés y apoyo incondicional a este proceso". Luego llamó a Rogelio Ocampo, doctor en química y coautor de la patente. “¿Cuándo lo notifican por escrito? debemos confirmarlo antes de divulgarlo”, le indicaba al otro lado de la línea. Luego fue el turno de Sandra Duque, magíster en química de la U. de Caldas y coautora de la patente. “Estaba dando clases en el Colegio Mariscal Sucre. Salí del aula, escuché la noticia y lloré en el pasillo”, confiesa. Sandra se siente orgullosa de haber realizado sus estudios de Maestría en Química bajo la dirección de los Doctores Rogelio y Luz Amalia y que hayan culminado con la obtención de una patente, un logro que no es común en Colombia.
Foto | Darío Augusto Cardona | LA PATRIA
De izquierda a derecha: Luz Amalia Ríos, Rogelio Ocampo y Sandra Duque, autores de la creación patentada que persigue una cura para la leishmaniasis cutánea.
Camino arduo
En el año 2006, Luz Amalia envió a Estados Unidos pequeñas muestras de los compuestos químicos desarrollados durante sus estudios doctorales. Los investigadores David Cedeño y Marjorie Jones, de la U. Estatal de Illinois, propusieron probarlos contra la leishmaniasis de los reptiles, lo que arrojó resultados promisorios.
Intuyendo un uso práctico, los dos profesores investigadores de la U. de Caldas iniciaron en el 2007 un proyecto de investigación para sintetizar nuevos compuestos, en alianza con los Doctores Iván Darío Vélez y Sara Robledo, del Programa de Estudio y Control de Enfermedades Tropicales (PECET), de la U. de Antioquia, y los ya mencionados Doctores David Cedeño y Marjorie Jones, para ensayar estos nuevos compuestos químicos en tejidos de células madre y animales para comprobar su efectividad contra la leishmaniasis cutánea humana.
Tras el análisis de los resultados, los investigadores concluyeron que los hallazgos podrían ser patentables y así se emprendió un proceso para la exclusividad de producción y comercialización de los productos descubiertos. "Se requería proteger los derechos patrimoniales de cara a una posible comercialización", dice Rogelio.
Los tres años de trámite fueron los más difíciles, cuentan los investigadores, en especial porque un investigador no entiende el lenguaje jurídico en el marco de la propiedad intelectual y a menudo a los profesionales del proceso jurídico les cuesta entender el lenguaje científico. Se complica definir los términos de la patente y los alegatos de respuesta a las evaluaciones emitidas por el evaluador internacional. "Fue un proceso tortuoso, lleno de dificultades y de inversión de mucho tiempo. Tuvimos que aplicar todo nuestro esfuerzo para construir las respuestas desde un punto de vista químico y en inglés. Todo debía estar claro para que el examinador aceptara que teníamos la razón", señala Luz Amalia.
Con los pies en la tierra
"Mucho se habla de un dato estadístico mundial según el cual de cada diez mil moléculas investigadas con fines farmacéuticos solo una termina comercializada", dice Rogelio, lo cual modera el optimismo de ver estos productos en la estantería de una farmacia. Él es consciente de que los experimentos deben continuar, en aras de llegar a la prueba definitiva: el ensayo del compuesto en seres humanos.
De no lograrse este punto final, Luz Amalia y Rogelio saben que no podría considerarse un fracaso. "Estas investigaciones contribuyen a la formación científica de recurso humano y a la consolidación de la capacidad investigativa en la Universidad y en el país. Estamos haciendo aportes a la sociedad. Es un legado que dejaremos a las nuevas generaciones. Tal vez, más adelante, uno de ellos descubra algo trascendente y será evidente el valor de nuestro esfuerzo", sostiene la doctora.
Si se cumple la expectativa de explotar y comercializar estos productos con alguna empresa farmacéutica, Rogelio tiene clara cuál será la posición del grupo. "Las universidades aspiran a patentar los productos e idealmente buscan un pequeño rédito económico de los derechos patrimoniales con el fin de ayudar a financiar nuevos proyectos de investigación e innovación. En el terreno individual no buscamos enriquecernos con la venta de los derechos del medicamento. Nuestra gran satisfacción es que sea un aporte a la humanidad".
El título
La entrega del título de la patente está prevista para dentro de un mes en la U. de Caldas. Por deseo de los investigadores del claustro se harán dos copias del diploma para sus colegas en la U. de Antioquia y la U. Estatal de Illinois. Para que la protección fuera oficial, la institución realizó un pago que otorga una vigencia a la patente hasta el 2019.
Tercera internacional
Carlos Daniel Acosta, director de investigaciones de la U. Nacional sede Manizales, informó que "la institución consiguió dos patentes internacionales en el pasado por los trabajos Multicapa de tin-zrn y Películas de nitrato de oro, que caducaron pues deben renovarse cada año a través de un pago que no se efectuó".
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