El barrio La Sultana, de Manizales, perdió a un líder

LEONARDO ORTIZ

LA PATRIA | MANIZALES

La angustia y tristeza se apoderó de la sala número cinco de Jardines de La Esperanza en la noche del 16 de marzo pasado. Familiares y amigos de Mario Mejía querían contemplarlo por última vez.

Fue la última noche en que sus hijos apreciaron al hombre de la sonrisa y del buen humor; calmado y sereno; serio, como cuando entonaba las consignas en favor de los más desprotegidos, y altivo, como cuando confrontaba las políticas del sistema opresor.

Mario se había ganado la confianza de líderes y activistas de Manizales. Dirigentes como Nelson Betancourt, Mario de Jesús Cardona y Hernán Ortiz (ya fallecido) veían en él a un hombre honesto, rebelde, comprometido con las grandes transformaciones sociales. En su barrio, La Sultana, se caracterizó por impulsar acciones populares y tutelas con el fin de proyectar cambios positivos.

Mario nació el 18 de junio de 1939 en Manizales, casado con Margarita Hurtado, de cuya unión quedaron seis hijos: Luz Helena, Olga María, Jorge Alberto, Martha Cecilia, María del Socorro y Carlos Eduardo; además de 11 nietos.

Fue pensionado de la Industria Licorera de Caldas. Pocas veces se le veía enfermo, pero hace un mes sintió un fuerte dolor en el tórax. Según uno de sus nietos, fue operado del corazón, pero se presentaron complicaciones, y el pasado 15 de marzo falleció.

Para su hija Martha Cecilia, su padre fue adornado de ternura, contagiado del buen humor, muy pendiente de su esposa. "La consentía mucho, por eso no era raro verlo haciendo labores en la casa. Fue un papá que enseñó con el ejemplo. Todos los días en familia encorábamos el Rosario, muy devoto de la Virgen".

Sus honras fúnebres fueron el pasado 17 de marzo. A Mario le gustaba entonar la Milonga del Fusilado, uno de sus versos dice:

“Mi voz la que está gritando,

mi sueño el que sigue entero,

y sepan que solo muero

si ustedes van aflojando,

porque el que muere luchando,

vive en cada compañero”.