Fotos | Alexandra Serna | LA PATRIA
Albeiro de Jesús Obando vende lotería en las afueras de la Universidad cuando no está de turno. "A los 51 años, ¿en qué otra parte podría conseguir empleo?", dijo preocupado por lo que pueda decidir la institución.
ALEXANDRA SERNA
LA PATRIA | MANIZALES
Para Albeiro de Jesús Obando mañana será un día para recordar. Es uno de los 10 trabajadores que dejarán de laborar en los parqueaderos de la Universidad de Manizales y pasarán a ejecutar labores de aseo y mantenimiento en el plantel.
De este total, cuatro están vinculados a través de un tercero, la empresa Bioservicios, y seis son de planta.
"Estoy un poco preocupado, porque en todo este tiempo no he hecho otra cosa", dijo Albeiro, que lleva 40 años con la institución. Según él, empezó cuando apenas tenía 10 años.
Este personaje que viste casi siempre chaleco y botas pantaneras podría "ser un damnificado", en palabras de un colega, de los cambios laborales en la Universidad, pues su contrato se puede terminar en cualquier momento.
Celar empezará a operar desde ese día los parqueaderos, porque según Jorge Iván Jurado, vicerrector administrativo de la Universidad, buscan mejorar el servicio con personal más experto. "Esta administración ha organizado esas áreas, a pesar de que son limitadas", agregó el directivo.
Albeiro fue contratado por primera vez hace cuatro años, también a través de un tercero. Antes había trabajado con el visto bueno de las directivas de la Universidad, sin que mediara un contrato. "Empecé en las instalaciones del Liceo Isabel La Católica, luego me vine detrás de ellos cuando se pasaron al colegio Sagrado Corazón. Los estudiantes me pagaban lo que querían. Ahora recibo el mínimo, subsidio de transporte y prestaciones, unos $ 612 mil al mes". Con toda esa labor levantó a su familia.
"El vicerrector y el rector me han dicho que esté tranquilo, porque voy a continuar", agregó.
Al preguntarle a Jurado qué garantías hay de permanencia para trabajadores como Albeiro, que llevan años dedicados a la institución, insistió en que son contratados para una misión específica, según las necesidades del servicio. "Si un proyecto concluye, el contrato de la persona termina".
A Albeiro lo extrañarán en los parqueaderos. "Cuando llueve me acompaña con el paraguas hasta la puerta. Es muy caballeroso", precisó Daniel Chavarriaga, un estudiante.
Para el docente Sigifredo Ciro, él es recursivo y "nunca se va a morir de hambre", pero no ve la necesidad de que la Universidad haya optado por una empresa de vigilancia privada.
Los ojos claros de Albeiro se veían tristes. En una reunión que tuvo ayer con directivas de la Universidad les dijeron a él y a sus compañeros vinculados por un tercero que tienen garantizada la vinculación hasta el 30 de abril, cuando terminan los contratos. "A mí me insistieron que estuviera tranquilo. En caso de que no me volvieran a llamar, iría a tocar de nuevo las puertas, porque no he trabajado en otras partes", concluyó.
A 60 contratistas a término fijo que estaban en 2012 no se les renovó el contrato a inicios de este año, porque ya habían concluido los proyectos a los que estaban vinculados, indicó Jorge Iván Jurado, vicerrector administrativo. Agregó que por lo pronto no se van a realizar más traslados de personal en otras áreas de la institución, y que cuando se inicie la reestructuración física habrá que contratar a más trabajadores.
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