EFE | LA PATRIA | SINGAPUR
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, está decidido a hacer historia en su cumbre con el líder norcoreano, Kim Jong-un, pero no hay tantas diferencias entre su forma de enfocar la negociación y la de sus predecesores, cuyos intentos de diálogo con Corea del Norte fracasaron.
Trump se anotará un tanto histórico con el mero hecho de reunirse con el líder de Corea del Norte, y confía en que su peculiar idiosincrasia y la relación personal que pueda establecer con Kim permitan solucionar una cuestión, la del programa nuclear norcoreano, que ha frustrado a EE.UU. durante casi tres décadas.
Trump ha abierto la puerta a ayudar económicamente a Corea del Norte si emprende el camino a la desnuclearización, algo que trae ecos del acuerdo firmado en 1994, por el que el Gobierno de Clinton se comprometió a suministrar energía a Pyongyang a cambio de la suspensión de su programa nuclear, y que fracasó en 2002.
Además, el enfoque inicial de Trump fue "muy similar" al que emprendió Obama, basado en la "presión" económica y la exigencia de pasos concretos de desnuclearización antes de ofrecer ninguna concesión, según Mintaro Oba, que trabajó hasta 2016 en el programa sobre la península coreana del Departamento de Estado.
"Ese enfoque era inflexible, y lo único que consiguió fue que Corea del Norte siguiera desarrollando sus programas nucleares y de misiles", opinó Oba.
Los esfuerzos diplomáticos de Corea del Sur sentaron las bases para un acercamiento entre Trump y Kim después de meses de duros ataques retóricos y "cambiaron en parte" esa estrategia, indicó Oba.
El régimen de Kim Jong-un mostró su disposición a abandonar sus armas nucleares durante la cumbre que las dos Coreas celebraron el pasado 27 de abril en su frontera, pero no quiere que se le imponga un fórmula unilateral y prefiere un proceso de desarme progresivo.
El Gobierno de Trump ha insistido en que su exigencia irrenunciable es alcanzar una desnuclearización "completa, verificable e irreversible" aunque en los últimos días ha abierto la puerta a un proceso de desnuclearización "por fases".
"En un principio parecía imposible que se pudiera lograr un acuerdo en tan poco tiempo, pero lo cierto es que Washington ha suavizado su postura, lo que podría ser al menos el inicio de un largo proceso", explica el analista David Kim, que trabajó en el departamento de Estado durante la Administración de Barack Obama en asuntos de no proliferación nuclear.
Para este analista, el gran reto es que, aunque Pyongyang se comprometiera a una "desnuclearización completa", no se conocen sus capacidades nucleares exactas o dónde se ubican estas armas, lo que hace muy compleja una verificación que podría durar más de una década.
Para empezar, los cálculos sobre el número de cabezas nucleares que podría construir Corea del Norte a partir del material fisible (el cual Pyongyang tendría que dejar de fabricar de inmediato en caso de acuerdo) del que ya dispone varían de las 6 a las 60 armas atómicas.
Además, se desconoce por completo dónde tiene Corea del Norte sus silos y si éstos en realidad albergan misiles con cabezas atómicas o no.
Precisamente, una incógnita en relación al encuentro de Trump y Kim es adivinar por qué Corea del Norte estaría dispuesta a desprenderse de un arsenal en el que ha invertido casi cuatro décadas y por el que ha hecho frente a durísimas sanciones, aislamiento y un gigantesco gasto.
"Parece que Kim Jong-un ha llegado a la conclusión de que en vez de insistir en mantener sus armas nucleares, es mejor renunciar a ellas para preservar el régimen. Corea del Norte cree que a través del dialogo con EE.UU. se puede evitar una guerra", apunta Tetsuo Kotani, investigador del Instituto japonés de asuntos internacionales.
En este sentido, este experto sostiene que el encuentro y el apretón de manos entre Trump y el mariscal Kim supondrá el "reconocimiento" del régimen norcoreano y de su líder como presidente del país.
Una reclamación histórica de Pyongyang para garantizar la permanencia del régimen ha sido firmar la paz que nunca llegó tras la guerra de Corea y por lo que EE.UU. mantiene desplegados casi 30 mil soldados en el sur de la frontera.
Norte y Sur concluyeron la Guerra de Corea el 27 de julio de 1953 con un armisticio firmado por las tropas norcoreanas, el Ejército de voluntarios chino y EE.UU., en representación del comando de las Naciones Unidas, que nunca fue reemplazado por un tratado de paz definitivo.
Durante la cumbre de las dos Coreas del pasado abril se firmó el compromiso de trabajar activamente junto a EEUU para establecer un sistema de paz permanente y estable.
A pesar de que sería una garantía de seguridad para Pyongyang puesto que podría desencadenar la retirada de las tropas estadounidense de la península de Corea, no está claro que en Singapur se vaya a llegar tan lejos.
Destacado
El presidente estadounidense, Donald Trump, y el líder norcoreano, Kim Jong-un, llegaron a Singapur con grandes esperanzas para su cumbre, la primera de la historia entre los dirigentes de los dos países.
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