EFE | LA PATRIA | El Cairo
Mohamed Mursi, depuesto ayer por el Ejército como jefe de Estado, dijo que las medidas anunciadas por el jefe de las Fuerzas Armadas, Abdel Fatah al Sisi, son un "golpe" y que él continúa siendo el presidente de Egipto.
Depuesto ayer por el Ejército como jefe de Estado, Mursi pidió a los altos mandos militares y a los soldados que cumplan con la Constitución y la ley y no respondan al "golpe" (de Estado).
Asimismo, les reclama "preservar el pacifismo, el servicio y evitar el derramamiento de sangre egipcia".
En su página de Facebook, el islamista indicó que "todos afrontarán su responsabilidad ante Dios, el pueblo y la historia", después de que las Fuerzas Armadas lo sustituyeran como presidente por el jefe del Tribunal Constitucional.
En un discurso televisado a la nación, el jefe del Ejército, mariscal Abdel Fatah al Sisi, anunció que se ha decretado la suspensión temporal de la Constitución egipcia.
Lo que sigue
El presidente de la Corte Constitucional administrará la etapa interina y convocará a elecciones presidenciales anticipadas, dentro de la hoja de ruta acordada por el Ejército con las fuerzas del país.
El presidente tendrá todo el poder para hacer declaraciones constitucionales y para designar a un jefe de Gobierno con prerrogativas, dijo Al Sisi.
Además, se formará un comité de expertos para enmendar la Constitución, según el plan trazado por Al Sisi, que estaba rodeado por líderes políticos además del jeque de la institución islámica de Al Azhar, Ahmed Tayeb, y el papa copto, Teodoro II.
La omnipresente influencia del Ejército
El Ejército de Egipto siempre ha estado presente en los momentos políticos clave del país, en los que jugó un papel determinante.
El jefe de las Fuerzas Armadas, Abdel Fatah al Sisi, anunció ayer la suspensión de la Constitución y la destitución del presidente, el islamista Mohamed Mursi.
La omnipresencia del Ejército egipcio queda patente con estos últimos acontecimientos, pero también en el mismo nacimiento de la actual república tras un golpe militar encabezado por el entonces oficial Gamal Abdel Nasser en 1952.
El estamento castrense desempeñó un papel primordial durante la revolución que desbancó del poder a Hosni Mubarak en febrero de 2011 y también como garante para la paz durante la transición hacia un gobierno civil.
En el transcurso de la revuelta, que se inicio en enero de 2011 y causó 800 muertos, el ejército encabezó intensas negociaciones hasta convencer a Mubarak, militar de carrera y comandante en jefe de la Fuerza Aérea, para que abandonara su cargo.
El 12 de febrero de 2011, un día después de la caída de Mubarak, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, al que el depuesto presidente había cedido todos sus poderes, se comprometió a traspasarlos a una autoridad civil elegida democráticamente.
En los meses siguientes a la revolución se desencadenaron nuevas protestas en la plaza Tahrir por las prerrogativas que se quería conceder a la Junta Militar cuando se elaborara la futura Constitución.
Finalmente, las elecciones de mayo de 2012 otorgaron la victoria al líder de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Mursi, lo que le convirtió en el primer presidente civil desde 1952, cuando Naser destronó al rey Faruk.
Su papel
En noviembre de 2012, meses después de la elección de Mursi, el ejército volvió a tener un papel importante cuando la violencia volvió a las calles de El Cairo, después de que el presidente egipcio emitiera un decreto que le situaba por encima de la ley, lo que provocó una oleada de protestas.
Si bien Mursi anuló en diciembre este decreto conservó algunas polémicas provisiones.
El ejército egipcio ha combatido en varios conflictos bélicos, especialmente contra Israel, entre ellos la primera guerra árabe-israelí (1948-1949), la del canal de Suez (del 26 de octubre a marzo de 1956), la Guerra de los Seis Días de 1967 o la del Yom Kipur en 1973.
Las últimas cifras publicadas por un organismo oficial español, que datan de 2008 y son del ministerio de Asuntos Exteriores cuantifican en 460.000 los efectivos de las Fuerzas Armadas egipcias; de ellos 340.000 pertenecen al Ejército de Tierra, 80.000 a la Defensa Aérea, 18.500 a la Armada y 30.000 al Ejército del Aire.
El presupuesto de Defensa ese año ascendía a 2.264 millones de euros, según la misma fuente.
Perfil
Al Sisi, el recambio militar de Mursi
EFE | LA PATRIA El Cairo
El jefe de las Fuerzas Armadas de Egipto, Abdel Fatah al Sisi, fue la pieza que el presidente Mohamed Mursi utilizó para cambiar a la cúpula militar hace menos de un año y que ahora se ha vuelto contra él, demostrando que en Egipto el Ejército actúa de forma autónoma.
Al Sisi es la cabeza visible de un Ejército que ayer anunció la salida del poder del islamista Mursi, que apenas ha gobernado el país un año tras ganar las primeras elecciones democráticas desde la revolución que desbancó al presidente Hosni Mubarak en febrero de 2011.
El pasado agosto, Mursi ordenó en un movimiento sorpresa el pase al retiro del mariscal Husein Tantaui, que había dirigido las Fuerzas Armadas desde 1991, y de su "número dos", Sami Anan, que pasó a ser su consejero en asuntos militares.
En su lugar colocó a Al Sisi, un hombre más joven que todos sus antecesores en el cargo, lo que fue interpretado en su momento como una reforma en toda regla del estamento castrense.
Ahora, parece que la historia se repite en sentido adverso: el Ejército comandado por Al Sisi devuelve el golpe y retira el poder a los Hermanos Musulmanes en un choque de impredecibles consecuencias.
Perfil bajo
Entre los que han orquestado esta nueva maniobra destaca el comandante en jefe, que durante los meses previos como jefe de las Fuerzas Armadas y ministro de Defensa había mantenido un perfil relativamente bajo.
Nacido en El Cairo el 19 de noviembre de 1954, Al Sisi se graduó en la academia militar en 1977 y pasó a ser oficial de Infantería.
También cursó varias maestrías de Ciencias Militares en Egipto en 1987 y el Reino Unido en 1992, así como estudios en una academia militar de Estados Unidos en 2006.
Casado y con cuatro hijos, Al Sisi ha ocupado distintos puestos de responsabilidad en las filas del Ejército. Fue comandante del batallón de Infantería Mecanizada y jefe del departamento de Información y Seguridad de la Secretaría General del Ministerio de Defensa.
En su ascenso, también ocupó el cargo de agregado militar en Arabia Saudí, lo que le dio proyección internacional entre los países del Golfo.
Fue comandante de brigada y de división de Infantería Mecánica, y jefe del Estado Mayor y comandante de la región militar norte, correspondiente a la zona que abarca la ciudad mediterránea de Alejandría.
Antes de convertirse en ministro de Defensa, dirigió el departamento de Inteligencia Militar de las Fuerzas Armadas.
Se incorporó a su puesto actual cuando el Ejército lanzaba una operación en la península del Sinaí para perseguir a grupos armados tras la muerte de 16 soldados en un ataque yihadista en la zona.
Los secuestros y el contrabando de armas en el Sinaí le llevaron a aumentar la vigilancia en esa zona.
En los últimos meses, se había mostrado inquieto por la división política que atraviesa Egipto, llegando a declarar en enero pasado que el Estado corría el riesgo de colapsar y ofreciendo mediar entre el gobierno y la oposición.
Reconocimiento
Figura alejada de los medios de comunicación, el jefe militar saltó a la primera plana en junio de 2011 cuando reconoció que miembros del Ejército habían sometido a las llamadas pruebas de virginidad a mujeres detenidas en marzo de ese año en la plaza Tahrir de El Cairo.
Amnistía Internacional se reunió con Al Sisi, que reconoció que ese tipo de test se realizó para "proteger" a los militares de las acusaciones de violación, al tiempo que prometió que no se volverían a poner en práctica.
Durante los 11 meses que ha estado al frente del Ministerio de Defensa, el ministro ha tenido también que mantener las relaciones militares con los responsables de los diferentes países aliados.
Entre estos últimos destaca Estados Unidos, que cada año proporciona a Egipto ayuda militar por valor de 1.300 millones de dólares y que sigue muy atento el desarrollo de los últimos acontecimientos.
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