EFE | LA PATRIA | Santa María
La ciudad brasileña de Santa María, donde 231 personas murieron en el incendio de una discoteca el pasado domingo, trataba ayer de recobrarse anímicamente, a pesar de contar aún con 118 heridos en hospitales, 75 de ellos graves. El clima en la ciudad ayer era cercano a la normalidad, tan solo algunos crespones negros colgados en balcones recordaban lo ocurrido, mientras que las tiendas volvieron a abrir después de que muchas echaran el candado el lunes en señal de duelo por la mayor tragedia ocurrida en Brasil en más de medio siglo.
Los principales cementerios de este municipio del estado sureño de Río Grande do Sul estaban ayer vacíos, sin rastro de los centenares de automóviles aparcados a sus puertas y miles de personas que acudieron en la víspera para dar sepultura a cerca de 100 personas.
El resto de entierros se llevó a cabo en otras localidades de la región y en otros estados brasileños, mientras que ayer había sepelios previstos en Río de Janeiro, Sao Paulo y Paraguay, donde será sepultado Guido Brítez, de 21 años y único extranjero entre los muertos.
La tragedia tan solo se podía palpar a las puertas de la discoteca Kiss, donde se concentraron decenas de curiosos, muchos de los cuales continúan llevando flores y fotografías para recordar a las víctimas, en su gran mayoría estudiantes universitarios.
El repartidor Carlos Souto pasó una hora observando la fachada de la discoteca y dijo a Efe que quería "ver directamente" el lugar donde había ocurrido "algo tan horrible".
"Aquí se siente el dolor, todo Brasil y todo el mundo lo siente", afirmó a Efe a las puertas de la discoteca la enfermera boliviana Isabel Mejía, afincada hace 32 años en Santa María.
Mejía aseguró que su hijo quería acudir a la fiesta, pero ella no le dejó poniéndole como excusa el dinero y los problemas de espalda que él sufre, según relató.
"Las madres tienen instinto y acerté. Además soy estricta, me educaron así, soy hija de militar", aseguró Mejía, a quien su hijo le agradeció profundamente por haberle prohibido salir aquella fatídica noche.
Duro
Varias personas que acudieron a la discoteca opinaron que le costará tiempo a la ciudad recuperarse anímicamente del trauma.
"Las personas se van a acostumbrar con el dolor. Yo no perdí a nadie pero me siento como uno de ellos", comentó a Efe la socorrista Telda Escobar, quien aseguró haber participado en las tareas de identificación de los fallecidos.
Escobar dijo que todos los que participaron en las tareas de rescate e identificación sufrieron mucho con lo que ella definió como "un escenario de guerra".
El Centro Deportivo Municipal, el gimnasio que acogió a los muertos y sirvió de velatorio para la mayoría de las familias, estaba prácticamente vacío, con unos pocos obreros limpiando.
Quedaba como testigo un altar creado en plena cancha de baloncesto en torno a una mesa con fotografías, carteles, flores y globos blancos usados la noche del lunes en una manifestación multitudinaria que, según la policía, reunió a 30.000 personas.
Los hospitales eran ayer el punto de concentración de los periodistas que viajaron de todo el mundo y también eran paso obligado para los familiares de las decenas de heridos que permanecen internados.
A primera hora de la mañana el ministro de Salud, Alexandre Padilha, afirmó que 118 heridos permanecen hospitalizados en centros de Santa María y de Porto Alegre, la capital regional, 75 de ellos en estado "crítico".
La mayoría de las víctimas padecen problemas respiratorios producidos por la inhalación de humo tóxico, que han tenido que ser conectados a aparatos de respiración asistida y 20 de ellos sufrieron quemaduras graves.
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