Mohamad Abdel Malek
Efe | LA PATRIA | Trípoli
Pese a la precariedad de sus medios, los servicios de guardacostas libios recataron ayer unas 200 personas que naufragaron en el Mediterráneo cuando trataban de huir de la guerra y la desesperanza en sus países de origen.
Esta es la segunda tragedia humana que padece el Mediterráneo en las últimas 72 horas, después de que el miércoles un barco sueco se topara con otra embarcación que había salido de Libia y navegaba a la deriva con 51 personas muertas en su interior.
Los barcos libios también sacaron del mar un centenar de cadáveres de personas que se ahogaron cuando viajaban a bordo de las dos embarcaciones en mal estado que se hundieron frente a las playas de la ciudad septentrional de Zauara, bastión de las mafias.
"Uno de los dos barcos llevaba a 400 personas (el otro 50). Cerca de 200 de ellas procedían de campos de refugiados en la provincia de Trípoli", explicó Basam Gharabli, responsable de inmigración en Sabratha.
Gharabli confirmó, asimismo, que otras unidades aún peinan la zona, ya que se cree que alrededor de cien personas más estarían desaparecidas.
Aquellos que lograron esquivar la muerte fueron trasladados a un centro de acogida en Sabratha, vecina a Zauara y situada a unos 200 kilómetros al oeste de Trípoli, agregó.
Muchos de ellos eran mujeres y niños, y en su mayoría procedían de países del África Subsahariana, precisó el portavoz de los servicios de aduana e inmigración de Zauara, Anwar Abu Deeb.
El responsable reveló que las autoridades lanzaron una operación policial para neutralizar la actividad de las mafias que trafican con personas y que ya se han practicado varias detenciones.
Pero se quejó de falta de material logístico para los rescates y de acogida de inmigrantes y ayuda de Europa.
"No podemos saber cuántas embarcaciones de este tipo partieron del norte de Libia ya que toda la operación se hace en secreto", afirmó Abu Deeb, quien opinó que la falta de cooperación entre los guardacostas de Italia y Libia beneficia la actividad de las mafias.
"Italia recibe apoyo y los barcos y los equipos necesarios para hacer frente a la inmigración ilegal, pero Libia no recibe nada. Este asunto debe ser abordado con seriedad" si se quiere acabar con la actual situación, concluyó.
Libia
Es un país víctima del caos y la guerra civil desde que en el 2011 fuerzas rebeldes apoyadas militarmente por la comunidad internacional derrocaron el régimen de Muamar al Gadafi.
Desde entonces, el país está dividido, con un Gobierno rebelde en Trípoli y otro internacionalmente reconocido en Tobruk, que luchan por el control de los recursos naturales apoyados por miembros del antiguo régimen gadafista, islamistas, líderes tribales y señores de la guerra.
El enfrentamiento lo aprovechan grupos yihadistas para ganar influencia y territorio, pero también las mafias dedicadas a la inmigración irregular a Europa, que este año han conducido a la muerte a más de 2.500 personas en el Mediterráneo, según datos de la ONU.
310.000 personas lograron alcanzar islas griegas e italianas en lo que va del 2015, cifra que supone un gran aumento si se compara con las 219.000 que arriesgaron su vida con éxito en el 2014: ONU
Cerca de 5.000 personas fueron salvadas de las aguas mediterráneas en los últimos siete días.
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