EFE | LA PATRIA | QUITO
El peor de los fantasmas del presidente ecuatoriano, Lenín Moreno, su antecesor, Rafael Correa, apareció en la noche de Halloween para desafiar su liderazgo político, que confía en poder afianzar con la consulta popular programada para el 2018. La Directiva Nacional del movimiento oficialista que fundó Correa en 2006 lo destituyó.
En el epicentro de la disputa entre Correa y Moreno está la situación financiera y política del país: la titánica deuda dejada por el primero, las fallas en los proyectos de construcción y el diálogo entablado por el actual presidente con la oposición para rescatar la economía nacional y resolver la confrontación social dejada por el correísmo.
Moreno "se ha alejado del proyecto político", es un "enemigo de la revolución ciudadana", argumentó el exministro de Exteriores Ricardo Patiño en la rueda de prensa en la que el movimiento anunció su destitución el martes.
Correísta convencido -en septiembre abandonó su cargo de asesor de Moreno-, Patiño es de acuerdo a la resolución adoptada por el partido el nuevo presidente de la formación, aunque antes, como en tantos casos en Ecuador, deban certificarlo los tribunales, porque la validez de la decisión es cuestionada.
Así lo explicó ayer el presidente de la Asamblea Nacional, José Serrano, al afirmar que la destitución de Moreno supone una violación de la Constitución ecuatoriana y del "régimen democrático".
Mientras se dilucida la situación legal, la fractura llega al grupo parlamentario, lo que quedó de manifiesto horas antes de que estallara la crisis, cuando los halcones correístas votaron con la oposición para exigir al secretario de Educación Superior que dé explicaciones sobre el mal funcionamiento de las universidades.
Un mero trámite que deja al descubierto la situación que puede llegar a afrontar Moreno a partir de ahora, con solo 44 diputados leales, de los 74 del grupo parlamentario. El resto se dividen entre 20 seguidores de Correa y 12 indecisos.
Este ejemplo llevó al superintendente de Ordenamiento Territorial, Fernando Correa, a advertir al diario Expreso de que el partido AP es "a la vez Gobierno y oposición".
Para tratar de restaurar su legitimidad, Moreno cuenta con una victoria desde las bases en la consulta popular que planteó para 2018, otro foco de tensión porque incluye preguntas con las que trata de derogar o cambiar leyes impulsadas por su predecesor, como la de plusvalía, destinada a frenar la especulación inmobiliaria, pero que acabó frenando el sector, o la reelección indefinida.
Correligionarios del exmandatario la han interpretado la última consulta como un freno a las aspiraciones del carismático Correa de regresar a la presidencia, que encabezó desde 2007 hasta mayo pasado.
Residente en Bélgica desde que abandonó el poder, Correa reaccionó con un contundente apoyo a la rebelión interna.
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