RAQUEL GODOS
EFE | LA PATRIA | WASHINGTON
Embajador ruso en Washington desde 2008, Sergey Kislyak, se ha convertido en el corazón del escándalo que sacude al Gobierno de Donald Trump después de que salieran a la luz sus contactos con el actual fiscal general, Jeff Sessions, quien se los ocultó al Senado bajo juramento.
Kislyak, cuya experiencia política se remonta a la era soviética, se reunió con el entonces senador Sessions antes de los comicios presidenciales de EE.UU., aumentando las sospechas de que Moscú influyera en las elecciones, en tanto que el actual secretario de Justicia era de los principales asesores de campaña de Trump.
El papel del diplomático ruso en la presunta injerencia del Kremlin en las elecciones del pasado noviembre comienza a tomar un rol protagonista con este último episodio, que se suma a sus relaciones con el efímero consejero de seguridad nacional de Trump, Mike Flynn, que provocaron su renuncia.
Kislyak ya representaba a Rusia en la capital estadounidense cuando el FBI detuvo a 10 personas en 2010 acusadas de espiar en suelo estadounidense para el Gobierno ruso y dirigió las relaciones durante toda el Gobierno de Barack Obama, ayudando a negociar el acuerdo para sacar las armas químicas de Siria y evitar así un ataque militar estadounidense contra Damasco.
Asimismo, en ese periodo, Rusia también fue un socio clave en las negociaciones que condujeron al desarrollo del acuerdo nuclear iraní.
Hasta 35 miembros del personal de Kislyak fueron expulsados el pasado otoño por el expresidente Barack Obama, después de que las agencias de inteligencia del país corroboraran que Rusia se esforzó para influir en los resultados presidenciales que concluyeron con la victoria del magnate.
Las conversaciones telefónicas de Kislyak con el general Michael Flynn antes de la investidura de Trump el pasado 20 de enero hicieron que Flynn tuviera que renunciar a su puesto, siendo el funcionario que menos tiempo ha ocupado un alto cargo en la Casa Blanca.
Varias conversaciones entre Flynn y Kislyak habían sido interceptadas por la inteligencia estadounidense.
Kislyak, de 66 años, trabajó en temas de desarme y estaría familiarizado con el monitoreo estadounidense de comunicaciones diplomáticas y el sistema de vigilancia.
Perfil
Graduado en el Instituto de Ingeniería Física de Moscú y en la Academia de Comercio Exterior de la Unión Soviética, toda su carrera ha girado en torno a la vida diplomática, representando a su país en Washington durante los últimos nueve años.
Durante la última década de la Guerra Fría, en los años ochenta, trabajó para el Gobierno ruso en Naciones Unidas, en Nueva York.
Cuando la Unión Soviética se escindió y el actual presidente, Vladímir Putin, tomó el poder en los años noventa, Kislyak trabajó en cuestiones de desarme en el Kremlin, para después convertirse en embajador en Bélgica, donde también fue representante de Rusia en la OTAN.
El fiscal general de EE.UU, Jeff Sessions, se inhibió ayer de participar en cualquier investigación existente o futura del Departamento de Justicia sobre la posible injerencia rusa en los comicios presidenciales de noviembre pasado. Sessions se aparta del caso después de que el diario The Washington Post revelara que Sessions mantuvo contactos con el embajador ruso, Sergey Kislyak, antes de las elecciones.
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