Paula Ericsson
Efe|LA PATRIA|México
El periodista salvadoreño Óscar Martínez, autor del libro Una historia de violencia: Vivir y morir en Centroamérica, afirmó a Efe sobre la crisis migratoria de la región que "el verbo ya no es migrar, es huir".
Un objetivo del autor es que los estadounidenses entiendan la realidad de Centroamérica y "dejen de ver a los migrantes como marcianos". Aborda los principales problemas del Triángulo Norte de Centroamérica (Guatemala, El Salvador y Honduras): la migración, el narcotráfico, la violencia de las pandillas, y la corrupción e impunidad de los poderes políticos y judiciales, así como de las fuerzas policiales.
Martínez, galardonado el pasado martes en Nueva York con el Premio Internacional a la Libertad de Prensa del Comité para la Protección de Periodistas, aspira a que su libro "se integre en el debate político sobre migración en México".
Después de la elección de Donald Trump como presidente estadounidense, el periodista teme que "cuando Estados Unidos estrangule a México en el tema de la migración, México quiera estrangular a Centroamérica".
Martínez pone como ejemplo el Plan Frontera Sur". Este lo aprobó en el 2014 el Gobierno de Peña Nieto, y aunque tenía la finalidad declarada de proteger a los migrantes, en los hechos limitó la movilidad de los centroamericanos y aumentó sus detenciones.
Cambio de guerra
El autor, ganador del Premio Maria Moors Cabot 2016 -el reconocimiento más antiguo del periodismo internacional, otorgado por la Universidad de Columbia-, recuerda que en Centroamérica la violencia no ha estado relacionada directamente con el narcotráfico (excepto en Honduras), sino con la corrupción, pero eso cambió con la entrada del cártel mexicano de los Zetas a Guatemala.
Los cárteles mexicanos, explica, han tenido históricamente operadores en Centroamérica, pero permitían agentes libres, por lo que un día podían trabajar con el cártel de Sinaloa y otro con el del Golfo. Cuando los Zetas entraron a Guatemala para asesinar a Juancho León, narcotraficante que se había convertido en tumbador (robaba cargamentos de otros traficantes), "estropean esa lógica de política mafiosa, porque ellos entran a poner bandera y decir que ese es su territorio y de nadie más".
No importan
Martínez, junto al equipo de fotoperiodistas españoles Ruido Photo, también escribió el libro de crónicas "Los migrantes que no importan", en el que retrató la ruta que recorren los centroamericanos para llegar a Estados Unidos.
Destaca que durante su investigación, en los estados mexicanos de Veracruz, Tamaulipas y Tabasco la corrupción era "descarada y evidente". "Los secuestros masivos de los Zetas en Veracruz pasaban a la luz del día y las policías municipales estaban altamente involucradas", asegura.
El periodista se reunió recientemente con un coyote salvadoreño que cobra 8.000 dólares y tiene una cuota de 3.000 dólares "para sobornar a diferentes personas de diferentes estados".
El coyote "asegura que en diferentes estados hace una transferencia mensual a los jefes de las delegaciones del Instituto Nacional de Migración para que le permitan pasar con seguridad su ruta con sus migrantes", concluyó.
Vendían a las mujeres
Una crónica del libro, "Los hombres que vendían a las mujeres", narra la historia de Grecia, salvadoreña que quería migrar en el 2009 con ayuda de un amigo de su madre, Jesús Ovidio, traficante supuestamente vinculado a los Zetas, quien la engañó forzándola a prostituirse en un bar en el norte de México.
El capítulo termina con un final amargo y cierto hedor a impunidad: el 6 de julio del 2012 el juez salvadoreño Roger Rufino Paz Díaz absolvió a Ovidio y a su compinche Enrique Jaramillo, alegando que "Grecia se contradijo".
Las últimas líneas de la historia dejan una ventana abierta, pues la Fiscalía salvadoreña, informó que iba a presentar el recurso de revisión a la Corte Suprema.
La crónica, publicada en el periódico digital salvadoreño El Faro, del que Martínez es cofundador, tuvo mucha difusión y varios meses después de su publicación la Sala de lo Penal de la CSJ invalidó el juicio. Los acusados volverán a la justicia. "Cuando puse punto y final en el artículo no tenía ninguna esperanza, pero raras veces el periodismo te da este tipo de alegrías", reconoce el cronista.
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