EFE|LA PATRIA|L CAIRO
La muerte de cerca de 150 personas, según la oposición, y las posiciones irreconciliables de los rebeldes y el régimen sirio alejan por momentos la posibilidad de poner en marcha el plan de paz en Siria, horas antes de que se cumpla el plazo.
Si el domingo las autoridades sirias exigieron "garantías escritas" de que los grupos armados de la oposición iban a cesar la violencia, ayer el rebelde Ejército Libre Sirio (Els) fue el que condicionó el cumplimiento del alto el fuego a que Damasco respete el plan del enviado internacional Kofi Annan.
El "número dos" del Els, Malek Kurdi, aseguró a Efe por teléfono que "las negociaciones no valen con el régimen y es inútil buscar una solución política" para la crisis siria.
"Si detienen los disparos, nosotros los detendremos, pero no vamos a presentar garantías por escrito porque el régimen es quien tiene la mayor fuerza militar, mientras que nosotros disponemos de armas humildes y nuestra política es defender al pueblo", subrayó Kurdi.
Aunque en un comunicado, los rebeldes anunciaron su "respeto total" al plan de paz de Annan y al artículo que estipula la detención de la violencia por todas las partes implicadas, consideraron que como "parte defensora" del pueblo sirio frenarán sus operaciones si el régimen lo hace primero.
El citado plan recoge el cese de la violencia de todas las partes implicadas, la retirada de las fuerzas armadas de las ciudades, el restablecimiento de la autoridad del Estado en el territorio y el comienzo de un diálogo nacional entre el Gobierno y los sectores de la oposición en el país.
Tanto el régimen sirio como los rebeldes del Els tienen hasta hoy para comenzar a aplicar la iniciativa de Annan y retirar a las tropas de las ciudades, y hasta el próximo jueves que se ponga fin de forma definitiva a las hostilidades.
Sin embargo, estos plazos parecen difíciles cuando, horas antes de que se cumpla el primero, los ataques de las fuerzas leales al régimen de Bachar al Asad causaron ayer más de 150 muertos, la mayoría en las provincias de Homs y Hama, en el centro, y Alepo, en el norte.
Debido a estas nuevas matanzas, Kurdi se mostró escéptico respecto a los ultimátum: "Ya advertimos antes de que cualquier plazo concede más tiempo para los asesinatos, y nuestras palabras demostraron ser ciertas".
De acuerdo a los datos facilitados por los opositores Comités de Coordinación Local (CCL), 52 personas fallecieron en Homs, 45 en Alepo y 33 en Hama.
El bastión opositor de Homs fue bombardeado con proyectiles de mortero, que castigaron con especial dureza a los barrios de Qusur, Al Jalidia y Yuret al Sheyah, entre otros.
En cuanto a las víctimas de Alepo, los CCL denunciaron que en la localidad de Tal Rifaat al menos 30 personas fallecieron al ser destruidas sus viviendas por los bombardeos, mientras que 15 fueron ejecutadas en un puesto de control.
Según los activistas opositores, numerosos cuerpos yacen bajo los escombros de los edificios y decenas de heridos fueron detenidos por las fuerzas de seguridad.
Los bombardeos también derribaron viviendas en Latamna de Hama, donde entre las víctimas mortales figuran 17 menores y ocho mujeres.
El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, recordó ayer a Damasco que debe respetar "sin condiciones" el plazo acordado con el enviado especial, Kofi Annan.
Además del conflicto interno, en el que según la ONU han muerto cerca de nueve mil personas en poco más de un año, las agresiones de las tropas sirias traspasaron en esta jornada sus fronteras con Líbano y Turquía.
Los disparos efectuados por el ejército sirio causaron la muerte de un periodista libanés en la zona fronteriza de Wadi Jaled y de dos personas en un campo de refugiados sirios en Turquía, que provocaron la condena de estos dos países, a la que se sumó también el secretario general de la ONU.
Benedicto XVI hizo ayer un llamado para que en Siria cese el derramamiento de sangre y se emprenda "sin demora la vía del respeto, del diálogo y de la reconciliación", y pidió que se ayude a los refugiados que huyen de la violencia en ese país.
Ante cerca de 150 mil personas que llenaron en una mañana soleada, aunque con algunas nubes, la plaza de San Pedro del Vaticano, el papa pronunció el Mensaje Pascual en el que repasó la situación en el mundo y aseguró que la resurrección de Cristo devuelve al hombre toda su dignidad.
Benedicto XVI subrayó que la resurrección testimonia la victoria de la vida sobre la muerte, del amor sobre el odio y de la misericordia sobre la venganza y aseguró que en este mundo la esperanza "tiene que ajustar cuentas" con la dureza del mal, "ya que no es solamente el muro de la muerte el que la obstaculiza, sino más bien las aguzadas puntas de la envidia, del orgullo, la mentira y la violencia".
"Que Cristo resucitado otorgue esperanza a Oriente Próximo, para que todos los componentes étnicos, culturales y religiosos de esa Región colaboren en favor del bien común y el respeto de los derechos humanos", afirmó el papa haciendo un recorrido por el mundo.
Su pensamiento se detuvo en Siria, "para que cese -imploró- el derramamiento de sangre y se emprenda sin demora la vía del respeto, del diálogo y de la reconciliación, como auspicia también la comunidad internacional".
El Pontífice, que dentro de pocos días cumplirá 85 años, expresó su preocupación por los numerosos refugiados provenientes de ese país, "necesitados de asistencia humanitaria", y exhortó a la comunidad internacional a "acogerles y prestarles la asistencia sanitaria necesaria, para que alivien sus penosos sufrimientos".
Con la mirada siempre puesta en Oriente Medio, alentó al pueblo iraquí a no escatimar ningún esfuerzo para avanzar en el camino de la estabilidad y del desarrollo y abogó una vez más para que en Tierra Santa israelíes y palestinos reemprendan el proceso de paz.
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