EFE | LA PATRIA | GINEBRA
La Organización Meteorológica Mundial (OMM), la máxima autoridad en este ámbito, confirmó ayer que 2014 ha sido el año más caliente desde que se cuenta con registros, con lo que 14 de los 15 años más calurosos de la historia se han producido en el siglo actual.
La temperatura media del aire sobre la tierra y la superficie del océano fue 0,57 grados centígrados superior al promedio de largo plazo (14 grados centígrados), en el periodo entre 1961 y 1990, tomado como referencia.
Los otros dos años más calurosos de la historia, según los actuales registros, fueron 2010 y 2005, cuando las temperaturas estuvieron 0,55 y 0,54 grados centígrados, respectivamente, por encima, con respecto al mismo periodo.
La diferencia, por tanto, es de algunos centésimas de grado, lo que entra en el margen de error, según la OMM.
"La diferencia es mínima entre los tres años más calientes", agregó la entidad científica de las Naciones Unidas.
Más allá del impacto de estos cálculos y de que la temperatura haya sido más elevada tal o cual año, la Organización dijo que esto confirma la tendencia continúa al calentamiento global y el riesgo de sufrir cada vez más sus consecuencias.
El año pasado se registraron olas récord de calor combinadas con lluvias torrenciales e inundaciones en muchos países, mientras que en otros hubo sequías, lo que es característico del cambio climático.
Estos datos confirman lo adelantado hace dos semanas por la NASA y el Administración de Océanos y Atmósfera de Estados Unidos, al apuntar a 2014 como el año más caliente, pero difieren en las medidas exacta.
De otra parte, la Organización indicó que también los océanos experimentaron temperaturas récord en 2014.
En esa circunstancia, lo que más extraño que ha parecido a los científicos es que esas temperaturas altas han ocurrido "en la ausencia de un fenómeno de El Niño totalmente desarrollado".
El Niño se caracteriza por el calentamiento de las temperaturas superficiales del agua.
Según la ciencia, el 93% del exceso de energía que queda atrapada en la atmósfera a causa de los gases de efecto invernadero (provenientes de los combustibles fósiles y otras actividades humanas) terminan en los océanos.
Por eso se considera que la medición del calor que estos contienen es fundamental para entender el sistema climático.
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