El colegio de Isaza (Victoria) es un rompecabezas

ÓSCAR VEIMAN MEJÍA Y LAURA SÁNCHEZ

LA PATRIA | MANIZALES

Ustedes creerán que es una exageración. En cada calle de Isaza, corregimiento de Victoria (Caldas), funciona un salón o una dependencia del colegio. Al lado de la iglesia están quinto y la Rectoría; enseguida de unas casas queda preescolar; al costado de un lote, la caseta escolar, en el ala izquierda de la casa de un profesor, noveno y octavo. Todo alrededor del coliseo cubierto.

“Aquí llevamos décadas pidiendo la unificación de la institución en una sola construcción. El colegio se ha ido extendiendo alrededor del coliseo. Se ha ido regando entre espacio público y privado”, dice uno.

Yolanda Ardila y Luz Mery Betancur están sentadas en sus negocios de la población, ubicada en la mitad del recorrido La Dorada- Norcasia. Caminar con ellas por las vías de Isaza es también la ruta al pasado y al origen de la situación inaudita de un centro educativo esparcido por cada esquina y por cada rincón.

Lo primero a la vista es la antigua oficina de Telecom, en la que Luz Mery trabajó como telefonista. Sobre ese espacio oscuro y sin puerta crece una promesa, también educativa: “Dicen que el alcalde lo organizará para poner la biblioteca”. A unos pasos más la iglesia y luego la historia de un colegio esparcido.

A las voces de las señoras se unen las de otras personas. Una recuerda que hace cerca de 50 años solo existía la primaria con dos salones, justo en la esquina donde hoy están los grados séptimo y sexto. “Luego construyeron unas aulas en material prefabricado en la calle donde está la iglesia”, expresa una.

“Los niños están afuera, sueltos, porque esta zona no está adaptada como colegio”. Habitante de Isaza.

saza creció

Varios señores traen a la memoria en Isaza antes de los años 90. Hablan de potreros y de pocos habitantes. Las cosas comenzaron a cambiar con lo que ellos llaman obras en forma del proyecto Hidroeléctrico Miel I. “Empezaron a llegar trabajadores, luego trajeron a sus familias y el pueblo se creció”.

Pronto la ampliación de infraestructura escolar entró en la lista de necesidades. La Alcaldía de Victoria utilizó los potreros para levantar salones de clases, espacios administrativos y otros espacios escolares. “Un día hacían un aula y al tiempo aparecía otra, nunca se pensó en tener un colegio en un solo sitio”, rememora...

Poco a poco, como narran los habitantes de Isaza, la institución se edificó en espacios separados que hoy conforman un colegio que convive entre las clases y la cotidianidad de un pueblo, el patio de recreo son las calles, los estudiantes cambian de clase mientras las motos van y vienen.

Esa es, precisamente, una preocupación de los pobladores. “Los niños salen y uno queda asustado por posibles accidentes. Salen de clase y se tiran a las calles”. Además, las fugas de clase son parte de la rutina escolar.

En la construcción del Plan de Desarrollo Una Victoria para creer y crecer quedó que hay incumplimientos de normas de tránsito; exceso de velocidad, de menores, y para completar no hay señales de tránsito.

Para ilustrar la cuestión: si un estudiante está en el restaurante escolar y debe ir a la Rectoría debe hacer un itinerario de extremo a extremo. Incluye salir a una vía, pasar por el frente del laboratorio, llegar a séptimo, doblar en una esquina y caminar frente a sexto, la sala de cómputo y el salón de preescolar. Luego debe tomar otra vía por el salón de reciclaje, continuar por primero, segundo y cuarto. Finalmente coronar otra calle por donde hay viviendas y el grado tercero.

Otro aspecto que inquieta tiene que ver con la inseguridad. La misma señora manifiesta: “Los niños quedan en la calle en el descanso, no hay quién los controle, a los profesores les queda muy duro y a los padres también”.

En el mismo Plan de Desarrollo, elaborado con la comunidad, establecieron que existe consumo de sustancias psicoactivas y que algunos jóvenes están involucrados en delincuencia común. El panorama sigue igual en presencialidad, porque es difícil imaginar las medidas de bioseguridad de salón a salón y en el descanso.

El colegio de Isaza tiene siete sedes rurales: La Garrucha, La Unión-Cimitarra, Carrizales, La Fe, La Guayana, Limones y Vega Grande.

Movimientos

Fabio Arias, secretario de Educación de Caldas, reconoce la necesidad de la comunidad. Dice que la idea es adelantar las gestiones ante el Gobierno nacional. Inclusive la Alcaldía ya compró un predio en el lugar.

Comenta: “Allá quieren un colegio nuevo, ya se lo solicitamos al Fondo de Financiamiento de Infraestructura Educativa (FFIE). El alcalde está haciendo gestiones, pero repito, debe ser adelantado con la Nación”.

El alcalde, Ekin Echeverry, manifestó el año pasado que la idea era construir un colegio nuevo y que ya tenía el proyecto. La intención busca concretarse con, por ejemplo, la compra en diciembre del 2020 de un bien inmueble por $18 millones, como quedó registrado en el Secop I (plataforma estatal de contratación).

La adquisición se suma a un terreno vecino, conocido como el lote agropecuario. En estos dos predios, además de la franja donde funcionan siete espacios escolares, se pretende construir un nuevo colegio de dos plantas para albergar allí a toda la comunidad educativa.

“Ojalá me toque ver un colegio con todas las de la ley y que los estudiantes puedan ser controlados en sus horas de descanso”. Habitante de Isaza.

*Algunos nombres usados en este informe no fueron publicados a solicitud de las personas.

A algunos estudiantes les preocupa que en la construcción del colegio los aíslen del polideportivo en donde se divierten los días completos.

Matías Farfán, de grado quinto

En los salones uno no puede salir. Me gusta el colegio así como está.

Salomé Roa, grado segundo

El colegio me gusta así porque queda cerca del coliseo.

Sheldry Dayana Amelines, grado cuarto

A nosotros no nos dejan salir a las tiendas. Solo podemos estar en el descanso en el poli.