Ahora, en este 2014, la escena uruguaya se verá representada por dos colectivos que representan dos puntos cardinales en la historia teatral de ese país: el emblemático Teatro El Galpón de Montevideo y la propuesta vanguardista de Complot Teatro, que viene revolucionando las narrativas escénicas del continente.
Los 65 de El Galpón
La figura de Atahualpa del Cioppo (1904-1993), director del emblemático Teatro el Galpón, fue precisamente la que despertó el espíritu teatral de 1968 cuando recaló en Manizales para hacer parte del jurado calificador de la primera edición del Festival, entonces con vocación universitaria.
Dos años antes (1974) de que el influyente dramaturgo y su grupo debieran exiliarse en México durante siete largos años por presión de la dictadura militar, El Galpón llegó a Manizales en una temporada de cuatro días para escenificar El Avaro de Moriere, Las brujas de Salem de Arthur Miller, Barrancaabajo de Florencio Sánchez y El Galpón canta a América, creación colectiva.
En la edición 2014 del Festival de Manizales El Galpón regresa para celebrar su aniversario número 65 con La fiesta, un trabajo colectivo de investigación y dramatización.
Fiel a sus orígenes El Galpón lleva a los espectadores, a través de un juego de la memoria, a presenciar un conjunto de pequeñas historias cotidianas en torno a aquellas épocas del golpe de estado uruguayo y de la huelga general de 1973.
Complot teatro
Heredero de una larga tradición que supuso el renacer del teatro montevideano, a través del surgimiento del movimiento teatral independiente, Complot Teatro regresa una vez más al festival cuyo público ha aplaudido con entusiasmo sus distintas propuestas en las últimas tres ediciones.
Para esta edición Complot Teatro subirá a escena Tebas Land, una obra escrita y dirigida por Sergio Blanco, que se desarrolla a partir de los distintos encuentros imaginarios que el dramaturgo hubiera querido mantener con un joven parricida en su prisión para poder escribir la historia del crimen.
Con su estética rupturista, en la que el tiempo se fragmenta, los puntos de vista se multiplican, los textos se transponen, Complot obra propone el siguiente dispositivo escénico: una cancha de básquetbol en donde un dramaturgo y un joven actor que encarnará al parricida, tratarán de representar esas conversaciones ficticias que nunca tuvieron lugar. A medida que la pieza avanza, el dramaturgo al igual que el actor, empezarán a preocuparse no tanto de la reconstrucción de la historia del crimen, sino de la representación escénica de esos encuentros que nunca existieron entre el autor y el parricida. La pregunta inicial que abre la pieza ¿cómo es posible matar a alguien?, será reemplazada por la pregunta final ¿cómo es posible representar a alguien?
De esta manera Tebas Land se aleja de la dimensión ética del parricidio para concentrarse en las posibilidades estéticas de su representación y poder ofrecernos así una bella tesis sobre el acontecer teatral.
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