Luis Felipe Molina
LA PATRIA | Manizales
Corazones es un juego de cartas en el que gana quien termina la partida con la menor cantidad de puntos posibles. Pero, para ganar, primero se debe haber roto un corazón. Aquí, el corazón que se rompe es el de una audiencia que termina sumergida entre profundas sensaciones de reflexión, pues es lo que provoca Solitudes, un montaje español de la compañía Kulunka Teatro que arropa, como pocos, a sus espectadores, a pesar de no tener diálogos orales.
Esta historia que narra las fatigas de un anciano para poderse sintonizar con un mundo que parece no entenderlo es la representación de la pérdida de hilo entre generaciones y la idealización espontánea de la alegría como el verdadero elixir para mantener fuerzas de vida.
La historia
En unos edificios de una zona oprimida de cualquier ciudad se desarrolla este montaje. En ese vecindario hay un proxeneta y los menores consumen alcohol. Aquellos males modernos que aplastan de generación en generación se ven expuestos aquí, como el alcoholismo adolescente y la obsesión por la comunicación virtual.
Ninguno de estos problemas permite escuchar claramente el silencio propio de la vejez, donde se busca compañía, pero no hay quien sepa acompañar. El arrepentimiento se hace expreso por la carga emocional de la obra, facultada para la reflexión instantánea de cuál diáfana es la comunicación personal, cuánto se valora a los abuelos y su sabiduría.
Dolor
Como pasó en el Teatro Los Fundadores, esta obra se puede traducir en fuertes sensaciones de dolor y llanto. Claro, cómo no podría verse así si en este montaje se evidencia, sin cortapisas, el rincón al que se envían los abuelos, el drama de padres que no saben a quién atender y la pérdida del valor de cada humano para ganar un poco de dinero.
A pesar de lo estático de las máscaras, aquí la expresión es esencia, porque hace cambiar de zapatos al espectador solo para pedir ser entendido, como el pobre abuelo, que resignado enfrenta los golpes de la vida uno a uno, sin siquiera poder reclamar un porqué.
La historia de este abuelo que va por su mundo queriendo jugar cartas para recordar a su amada, o simplemente, para salir del aburrimiento cotidiano, es la historia de un hombre al que sus más amados le rompen el corazón, pero ellos nunca se enteran, porque van a prisa queriendo vivir su vida. Aquí se rompe el primer y último corazón, por ausencia o por presencia.
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