Isabel Vallejo
LA PATRIA | MANIZALES
Es bogotano, actualmente reside en Roma; sin embargo, se la ha pasado buena parte de su vida -por lo menos 30 años- viajando. Santiago Gamboa, escritor, columnista y periodista, aseguró que para escribir sobre literatura de viaje, su otra pasión, solo hay que emprender una ruta, observar y estar dispuesto a sufrir una transformación.
Gamboa no venía a Manizales desde hace 12 años, pero regresó ayer para la apertura de la IV edición de la Feria del Libro. "Lo que hace un escritor de viaje es irse lejos y contarles a los lectores qué vio, qué costumbres, qué comidas, qué colores y qué olores conoció", fueron temas de los que habló.
Octubre en Pekín fue su primer libro en esta narrativa, ahora lanza Océanos de arena, cuyo protagonista es el Medio Oriente y el siguiente será sobre India, país en el que vivió dos años.
También es autor de la novelas Perder es cuestión de método y El síndrome de Úlises.
- ¿Cómo los viajes nutren la literatura?
Quisiera dedicar mucho tiempo más, de ahora en adelante, a hablar sobre la literatura de viajes. Es un tema apasionante, que no se ha tocado mucho en Colombia, pero que se desarrolla cada vez más en América Latina. Es un género que está un poco entre la novela y el diario, es una narrativa intimista, rica, un diario en movimiento, es la transformación que uno tiene con una ciudad, país o región.
En mis novelas, los viajes siempre están presentes, generalmente mis personajes viajan de un lugar a otro. El viaje es una experiencia cultural, intelectual, humana y espiritual. El viaje forma parte de la cultura general.
- ¿Esta narrativa se aparta del periodismo?
La narrativa de viajes es también crónica de viajes y, por lo tanto, es uno de los espacios donde el periodismo y la literatura coinciden. Creo que cuando Gabriel García Márquez decía que la crónica periodística es literatura se refería a esa unión que tienen, pues la literatura de viajes debe tener la calidad de un texto literario, y al mismo tiempo debe estar referida a algo real, ahí es donde está el periodismo.
- ¿En qué se diferencia con la travesía de un turista?
Viajar para escribir es totalmente diferente que viajar para disfrutar de unas vacaciones. Los viajes de escritura son muy específicos; de cuando uno llega a un lugar con la idea de que lo va a modificar y el resultado de esa transformación es el libro. Uno no llega a un lugar solamente para contar detalles banales, sino detalles humanos y profundos. El libro es el resultado de ese choque entre el lugar y la persona, por eso conviene hacer el viaje solo.
Para hacer un libro de viajes se necesita vivir el lugar un poco. Necesitas sentarte en un sitio, tomarte un café y dejar pasar la vida alrededor tuyo.
- ¿En qué se basa para escoger sus viajes?
Los viajes no siempre tienen que ser largos, en la literatura de viajes no hay cerca ni lejos. En Bogotá, un estudiante me dijo que le gustaría hacer una crónica de viajes, pero que no tenía plata, entonces le decía que podía ir detrás de Monserrate, y allí encontrar una historia. El contador de historias de Australia soñaría con venir aquí y nosotros soñamos con ir lejos. Un libro no será mejor porque esté referido a una zona más lejana. La literatura de viaje ocurre en cualquier lugar, en la vuelta de la esquina.
- ¿Hay viajes que se puedan describir como bonitos o feos?
Lo bonito y lo feo en las ciudades son como en el arte, irrelevantes. Es una apreciación superficial. Las ciudades son vivas, intensas, interesantes, la belleza no es estándar. Las ciudades africanas, por ejemplo, son polvorientas, y desde un punto tradicional serían feas, pero hay una gran belleza en la gente.
Contrario a lo que sucede en ciudades europeas, que son bellas, pero hay cierta fealdad en la mezquindad e individualismo de la gente. Lo que más afea a una mujer es la belleza, porque la transforma en monstruo, se vuelve egoísta y se acostumbra a que todo se lo den.
- ¿Qué le gusta de los viajes latinoamericanos?
Que hay identidad. En cualquier país de América Latina me siento en casa. Estando en Colombia no se nota tanto porque todos somos colombianos, pero cuando sales sientes más cercanía con un uruguayo, argentino o boliviano.
Autores que Gamboa cita en el prólogo Océanos de Arena
Bernal Díaz del Castillo y su libro sobre la Conquista. Marco Polo y El Millón. Tomás Moro y Utopía. El viaje a Egipto, de Flaubert. Un Bárbaro en Asia, de Henri Michaux. Memorias de un Nómada, de Paul Bowles. El Gran Bazar del Ferrocarril, de Paul Theroux. Contra el Cambio, de Martín Caparrós.
El dato
Santiago Gamboa conoce 67 países.
Foto | Freddy Arango | LA PATRIA
Santiago Gamboa no venía hace 12 años a Manizales, pero regresó ayer la apertura de la Feria del Libro.
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