Vicky Salazar

LA PATRIA | MANIZALES

Después de 20 años Enrique Vargas regresa a su natal Manizales. "Desde la ventana solo veo un pedacito de Sancancio", dice después de saludar. Su voz se escucha baja a través del teléfono, su tono es pausado, reflexivo, y sus palabras precisas y concisas, al hablar de lo que ha hecho en su vida: teatro.

Vargas es el fundador del Teatro de los Sentidos, compañía que investiga la dramaturgia del lenguaje sensorial, que busca, a través del juego, que la relación entre el artista, la obra y el público rompa la barrera espacial que los separa.

El área de Teatro de la Dirección de Artes del Ministerio de Cultura y la Asociación Cultural Adra lo invitaron al país a dirigir el taller Introducción a la poética de los sentidos, laboratorio de formación para maestros y artistas de las artes escénicas, que también estará en Medellín, Bogotá y Cali.

Constructor de juegos

- ¿Qué es la poética de los sentidos?

Es un instrumento de búsqueda que gira alrededor del arte de la escucha. Hay una jerarquización de los sentidos, el totalitarismo del ojo nos impide sentir, la visión no deja que sintamos con el resto del cuerpo. Y no es que tengamos que negar al ojo, sino que es posible esculpir la oscuridad o decir un poema de olores, contar historias a través de la piel, sensaciones con un código no verbal, ni visual, sino sensitivo. A los niños los condenamos a una forma de conocimiento visual y los limitamos. Esa es la poética del cuerpo.

- ¿Cómo se logra eso?

Es crear condiciones para crear su propia historia. En el fondo lo más interesante es descubrir la parte escondida debajo del agua. No somos conscientes de que sabemos cuál es nuestra mayor riqueza. Por ejemplo, los manizaleños debemos sacar la resonancia de la tierra, la de estas montañas, es la tarea no solo del artista, sino del educador, del campesino, es la búsqueda permanente, que no se debe idealizar de antemano, sino escuchar.

- Ha dicho en diferentes ocasiones que el teatro es para usted un juego. ¿Qué es el juego para usted?

Es una forma de transformar la realidad, de buscar otras facetas, lo que buscamos está más allá de lo real. La realidad es mas rígida, la desbarata un buen juego. Siempre hay misterio detrás de un juego.

- ¿Por qué se llama a sí mismo constructor de juegos?

Algo que tenemos los manizaleños es la capacidad de burlarnos de nosotros mismos, de no ser tan rígidos, la ironía manizaleña es un arma muy poderosa. Cuando hablo de cómo es Manizales digo que aquí nos gusta exagerar, porque entendemos que la realidad se encuentra a través de una mentira bien contada.

- ¿Qué experiencias lo llevan a hacer el teatro que hace?

Me voy siempre a los juegos infantiles en los cafetales, a perderme y a encontrarme con mi hermano, a las casas que hacíamos debajo de las matas de café. A los juegos prohibidos, a los túneles que nos llevaban a donde no nos dejaban ir, como a la quebrada. Las sorpresas de la imaginación determinan el oficio, siempre se bebe de las experiencias vividas.

- ¿Cómo transmite el actor las sensaciones al espectador?

Desapareciendo. El actor que está allá en el escenario es un segmento de la meditación, esa figura literal tiene que desaparecer para convertir el imaginario del espectador

- ¿Por qué la muerte ha estado tan presente en sus obras?

Porque soy muy miedoso. Es la forma de enfrentarla.

- ¿Cómo ve la industria del teatro?

Es mucho más sospechoso y subversivo que la ópera, por eso cuando hay una rigidez, lo primero que sufre es el teatro. En Colombia surgen fenómenos como este Festival que debe mantenerse y fortalecerse. Es un espacio de creación.

- ¿Le hace falta ser más contestatario?

Más contestatario sí, ideológico no. El teatro no debe dar mensajes, el teatro es una indagación.

- ¿Es la estética más importante que el contenido?

La estética en sí es una forma de engaño. Lo que pasa es que nos condicionan, entre más elemental y más sincera sea la puesta en escena, más profundo puede llegarle al espectador. Las ayudas estéticas no es que sean malas, sino que hay que saber cómo utilizarlas. Es lo que separa lo decadente de lo creativo, el arte, mientras más generoso, más contenido, más pedagógico, se pierde el nivel de sugerencia; la sabiduría está en la generosidad de saber escuchar y no en dar discursos arrogantes a la humildad.

Vargas, quien se llama a sí mismo constructor de juegos, retoma el diálogo del paisaje. En su voz se siente nostalgia, la ciudad que dejó no es la misma. "Al frente tengo un edificio, pero puedo ver un poco más de Sancancio", dice con la misma pausa con la que comenzó la conversación.

Enrique Vargas recibirá hoy un homenaje que ofrecerán el Ministerio de Cultura de Colombia y el Festival de Teatro de Manizales, antes de la obra Transit Dansa de la agrupación De Carmen en el Teatro Los Fundadores.

Enrique Vargas

Nació en Manizales en 1940. Estudió en la Escuela Nacional de Arte Dramático de Bogotá y Antropología de Teatro en la Universidad de Michigan (Estados Unidos). Entre 1966 y 1972 dirigió montajes en el teatro La Mamma y en Gut Theatre en Nueva York. Pasó al Teatro Central de Praga donde estuvo hasta 1974 en la investigación sobre animación del objeto. A partir de ese año comenzó a explorar la relación entre teatro, rituales y mitos de los indígenas de la amazonía colombiana y de La Guajira y fundó un laboratorio para la investigación de percepción sensorial. Desde 1994 trabaja en Europa, su sede es Barcelona donde fundó la compañía Teatro de los Sentidos, de la que es director.

Está integrada hace más de 20 años por artistas de distintas disciplinas y nacionalidades, su trabajo le apuesta a un lenguaje basado en lo no dicho. Siguiendo la huella de tradiciones orales ancestrales, pone en escena el silencio como condición indispensable para la comunicación entre la obra y el público.