LA PATRIA | MANIZALES
El encuentro Nuevos Caminos del Teatro colombiano reunió a directores de amplia trayectoria artística, denominados la generación intermedia, y a jóvenes de la nueva generación. Cristóbal Peláez, director de Matancandelas; Fabio Rubiano, director de Teatro Petra, y Carolina Vivas, directora de Umbral Teatro, presentaron a Víctor Quesada, César Castaño, Carolina Mejía y Verónica Ochoa, quienes siguen sus pasos.
El teatro que, según Peláez, es el arte de la seducción fascinó a estos jóvenes que encontraron en Manizales las puertas abiertas para mostrar su trabajo en la edición 35 del Festival Internacional de Teatro (FIT).
Octavio Arbelález, director del FIT, explicó que la propuesta del Festival en sus 45 años de existencia, es no hacer revisiones históricas, sino mirar hacia el futuro. "Queremos enfocarnos en los caminos que recorrerá el teatro latinoamericano en las próximas décadas y por eso apostamos por un grupo de nuevos jóvenes directores colombianos, quienes trajeron espectáculos no convencionales", indicó.
Los cuatro coinciden en que lo que los une es que no tienen grandes expectativas sobre ellos mismos, ni sobre lo que puedan hacer. "Somos una generación que siente que ya todo lo han hecho, no estamos muy obsesionados con innovar y eso me parece beneficioso porque nos lleva a quitarnos de los hombros esa responsabilidad de reinventarnos", expresó Verónica Ochoa, de la compañía La Barracuda Carmela.
Carolina Mejía, directora de La Clownpañía, considera que son de la generación de la desesperanza. La mayoría usan el humor negro y proponen de situaciones donde hay puntos de no retorno absoluto. "Hablamos del ser humano no como blanco y negro, bueno o malo, sino como una complejidad que los hace poseer instintos que van en contra de sus propios congéneres", manifestó Mejía.
Víctor Quesada, de Exilia2, asegura que son conscientes de que a veces los sobredimensionan, pero ellos tienen claro que están creando y errando, lo que los deja tranquilos y les permite apoyarse entre ellos mismos sin que exista competencia. En palabras de Quesada lo que hay es coquetería y amabilidad hacia el trabajo de los otros.
La cuota manizaleña en esta nueva generación es César Castaño. Él va más allá y resalta como identidad la necesidad de hacer teatro no política, ni llevar mensajes ideológicos, sino construir una propuesta estética que la han encontrado en los espacios no convencionales. "También logramos el rompimiento de trabajo sobre estructuras narrativas que no solo correspondan a un nudo y a un desenlace, sino de construir una imagen particular", sentenció Castaño.
El manizaleño que vive desde los 11 años en Pereira, pero se considera hijo del FIT, asegura que es una apuesta muy contundente que el Festival le dé la oportunidad a los nuevos directores, es un espacio que no existía en el país y aquí en la ciudad se esta dando, porque para Castaño si no se trabaja en el relevo generacional, el teatro colombiano podría entrar en crisis.
Quesada por su parte se siente muy afortunado de ser parte de la renovación generacional, igual sucede con Ochoa y Mejía, quienes agradecen la generosidad de Peláez, Rubiano y Vivas de abrirles camino a los nuevos creadores porque saben lo difícil que es lidiar con el teatro y siente que lo que hizo el FIT en su edición 35 fue darles un espaldarazo.
En esta edición del Festival Internacional de Teatro también se realizó el encuentro Nuevos Caminos del Teatro Latinoamericano, pero solo llegaron dos directores Fernando Bonilla, de México, y Diego Aramburo, de Bolivia.
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