10 minutos para morir y revivir

Fotos | Martha Monroy | LA PATRIA

Margaret Sánchez

LA PATRIA | Manizales

La experiencia se vive desde que se ingresa a El Escondite, en Chipre. En el primer piso está la sala de espera. Actores, directores y técnicos se confunden entre los asistentes.

Una enfermera indica: antes de comenzar la visita a la UCI hay que ponerse tapabocas y batas, además de lavarse las manos con antibacterial.

La visita se inicia. En la sala, cuatro pacientes, dos de ellos acompañados por familiares, despiertan y empiezan a contar sus historias, mientras el personal médico los atiende.

Luces, proyectores y un montaje musical con efectos de sonido e instrumentos en vivo guían al espectador, mientras cada paciente continúa con su sufrimiento.

Trabajo colaborativo

Este ensamble de cuatro puestas en escena se convierte en una reflexión antropológica, simbólica, política y autobiográfica de vida y la muerte.

Colombia, Chile y Brasil participaron en el montaje de la obra. “Armamos una escaleta y empezamos a tejer las cuatro historias. Cómo las íbamos a enlazar para que no fueran cuadros unitarios, sino que se unieran en la misma realidad”, explicó Daniel Ariza, uno de los cuatro directores.

Cuando termina la visita a la UCI, los asistentes están sumergidos en la experiencia, salen en orden, entregan las batas y tapabocas, y regresan a la sala de espera. Y como en cualquiera de ella empiezan los comentarios, en este caso sobre la obra. “Me dejó sin aire. Es una invasión estética por todos los lados”. “Estuvo brutal, a mi me voló la cabeza”. “¿A qué hora podemos aplaudir?”. Fueron algunos de las reacciones del público, que finalmente hace parte del montaje.

Grupo de trabajo

* Universidad de Caldas

* Universidad Distrital de Bogotá 
* Universidad del Valle 
* La Pontificia Universidad Católica de Chile

* La Universidad de Campinas de Brasil

* Sala El Escondite