La exhibición creada por la Industria Licorera de Caldas tiene gran acogida.

Foto | Darío Augusto Cardona | LA PATRIA

La exhibición creada por la Industria Licorera de Caldas tiene gran acogida.

PREGONERO | MANIZALES

Para la edición 66 de la Feria de Manizales, la Industria Licorera de Caldas (ILC) una vez más abrió el Museo del Ron. La exhibición se ubica en la glorieta de Niza, y allí a través de Ramón Badía (personificado por un actor) se revela la historia y la fórmula secreta del Ron Viejo de Caldas.

En el lugar los visitantes se encontrarán con las muestras de las botellas que durante 117 años se han fabricado en la ILC. Además podrán degustar cocteles a base de ron y del publicitado producto estrella, el Aguardiente Amarillo de Manzanares.

El comienzo

Hace 95 años, en 1926, Ramón Badía, ronero cubano de ascendencia catalana, llegó a Manizales para cambiar la historia licorera de Caldas.

En las palabras de Ramón Badía, todo comenzó así:

En 1926 el señor Joaquín Vieira, gerente de Rentas Departamentales de Caldas, fue a cuba y me dijo: Estimado Ramón, sabemos de tus capacidades en alquimia, en destilación y en perfumería. Necesitamos que un hombre de tus conocimientos nos ayude a encontrar la fórmula de un ron de altísima calidad.

Pero, toda esta historia comenzó en 1919, en el viejo Zacatín, donde se producía el famoso roncito. A partir de allí y con mis conocimientos, empecé a trabajar en la misión encomendada.

Sin embargo, a pasear de mi alto conocimiento el alquimia y destilación no lograba dar con la fórmula requerida, y eso generaba para mí un problema grandísimo, porque si yo no encontraba la fórmula me vería en la penosa necesidad de pagar una cuantísima multa, como estaba estipulado en mi contrato.

Encuentro

Ante esta disyuntiva, una tarde salí a caminar, necesitaba que el aire golpeara mi rostro y aclarara mis ideas. Llegué a una fonda de arrieros y me dirigí a la mesa más apartada de aquel bar. Allí me senté solo con mis pensamientos, y de pronto una extraña voz me dijo: “Ramón Badía, puedo sentarme a su mesa”. Siéntate tú si quieres, que la mesa no me pertenece, le dije a aquel hombre alto, de mirada profunda, de piel ceniza y de unos modales excepcionales.

“Si quiere me retiro, no quiero molestar si no desea estar conmigo”, respondió el hombre. A lo que yo le dije: no, no quiero ser grosero contigo, lo que pasa es que tengo unos problemas que preocupan mis pensamientos y tal vez eso no me permite ser amable.

“¿Por qué no me cuentas tus problemas?, a lo mejor te puedo ayudar a solucionarlos”, me propuso. Acto seguido le conté mi impedimento para crear el mejor ron del mundo y le manifesté que no comprendía cómo y a cambio de qué me podía ayudar.

Confesó: “A cambio de tu alma por toda la eternidad”. En ese momento se me heló toda la sangre, porque en ese mismísimo momento entendí que frente a mí tenía al mismísimo satanás, al putas en persona.

Tomé aire, me tranquilicé y tratando de sacar ventaja de la situación le dije: Mira, si tú me dices en dónde consigo la mejor caña de azúcar, el agua de manantial más pura, te voy a entregar mi alma por unos 16 años, ¿qué te parece?

Para satanás eso no era suficiente y me aseguró que si quería la fórmula completa le debía entregar mi alma por toda la eternidad. Entonces le propuse: Pero, con una condición, que me prometas que me vas a tener rodeado siempre de mujeres hermosas.

La fórmula

“Deberás usar una madera que hay en esa reserva forestal, que es roble blanco colombiano. De la caña de azúcar, al molerla, extraerás la miel virgen y con ella fabricaras ese alcohol tafias que te permitirá encontrar la fórmula que buscas, y lo último es que pondrás a disposición todo tu conocimiento”, manifestó el diablo.

Antes de que se fuera, le dije: Mira satanás, el día que encuentre la fórmula te entregaré mi alma a medianoche, pero te espero a las 9:00 de la noche para que primero celebremos. Así fue. Pero, la palabra empeñada se debe cumplir. El día y la hora llegaron.

Estrategia

Yo había envasado la producción en 32 botellas diferentes, así que cuando satanás llegó le comenté que había que celebrar, y que antes de entregarle mi alma necesitaba que me ayudara a descubrir cuál de las 32 fórmulas era la adecuada. “Me parece justo”, manifestó.

“Dame una copa”, me dijo sucesivamente. A la medianoche satanás ya estaba completamente borracho y dormido, y mi alma quedó liberada porque nadie vino a reclamarla.

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