Papel Salmón*
En la galería de grandes clásicos del teatro estadounidense del siglo XX, las obras de Arthur Miller ocupan un lugar privilegiado. Todos eran mis hijos es un drama familiar de la postguerra donde, una vez más, el fantasma del sueño americano se pone en tela de juicio. La presente puesta en escena del Old Vic londinense tiene como protagonista a la dos veces ganadora del Oscar, Sally Field (Steel Magnolias, Brothers & Sisters), y al actor Bill Pullman (The Sinner; Independence Day) quienes se ponen al servicio del director Jeremy Herrin, para contar una historia del siglo pasado que consolida su diálogo con el presente.
Foto/Johan Persson/Papel Salmón
Sally Field como Kate Keller en la obra de Arthur Miller Todos eran mis hijos.
Con un elenco encabezado por Sally Field, Bill Pullman, Jenna Coleman (Victoria; Doctor Who) y Colin Morgan (Merlin), entre otros, Todos eran mis hijos ubica al espectador en los Estados Unidos de 1947, para narrarle la historia de Joe y Kate Keller, un matrimonio feliz, a pesar de haber vivido decisiones difíciles y duros golpes. Juntos construyeron su casa, criaron dos hijos y crearon un negocio próspero. Pero nada dura para siempre y sus vidas, ya ensombrecidas por la pérdida de su hijo mayor en la guerra, están a punto de estallar.
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Sally Field como Kate Keller y Bill Pullman como Joe Keller en la obra de Arthur Miller Todos eran mis hijos.
La culpabilidad de Joe Keller está destinada a alcanzarlo. A pesar de haber sido absuelto por haber vendido equipos defectuosos a las fuerzas armadas de EE.UU., causando la muerte de 21 aviadores, debe enfrentar diariamente a su esposa Kate, quien mantiene la esperanza de vida de su propio hijo piloto, desaparecido en acción pero nunca declarado muerto. Con el regreso de una figura del pasado, largas verdades enterradas son forzadas a salir a la superficie y el precio de su sueño americano queda al descubierto.
En la escenografía diseñada por Max Jones, todo ocurre en el jardín de la casa de un barrio residencial de clase media-alta, donde ondea la bandera norteamericana. Allí, el carismático padre departe con su hijo Chris, quien quiere casarse con la prometida de su hermano desaparecido. Las luces de Richard Howell y el sonido de Carolyn Downing intensifican una atmósfera cotidiana, aséptica y sin embargo tan perfecta, que cualquier pequeño impasse podría derrumbar la calma.
Una carpintería teatral cuyo drama se debate pasivamente al interior de los personajes, manteniendo las constantes inquietudes de Miller: los conflictos entre las relaciones de padres e hijos, entre la responsabilidad social e individual, de la negación como alimento de la sociedad capitalista y entre la necesidad de vivir según sólidos principios morales cuando nadie asume las consecuencias de sus actos.
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Colin Morgan como Chris Keller en la obra de Arthur Miller Todos eran mis hijos.
Basada en una historia real que la suegra de Arthur Miller leyó en el periódico de Nueva York, e inspirada en ‘El pato salvaje de Ibsen, Todos eran mis hijos es la segunda obra teatral escrita por Arthur Miller y fue estrenada en el Coronet Theatre de Broadway, en 1947, bajo la dirección de Elia Kazan.
Tras un exitoso año en cartelera, la obra fue llevada al cine en 1948, bajo la dirección de Irving Reis y con las actuaciones de Burt Lancaster y Edward Robinson. Lancaster también hizo parte de la versión radial que fue emitida en 1950. Desde entonces, ha sido adaptada para televisión, cine y se han producido versiones teatrales en diversas partes del mundo.
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Jenna Coleman como Ann Deever en la obra de Arthur Miller Todos eran mis hijos.
Dramaturgo estadounidense. Es autor de obras como La muerte de un viajante, premio Pulitzer de teatro, (1949), Las brujas de Salem (2005) y Todos eran mis hijos (1947), entre muchas otras. El Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2002 por toda su obra fue otro de sus galardones. Arthur Miller está considerado entre los mejores dramaturgos del siglo XX. Miller supo trasladar a los escenarios el conflicto del ser humano y el espíritu crítico, su nombre fue sinónimo de audacia y de ruptura, tanto temática como estructural.
*Con información de Cine Colombia y
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