Jorge Abel Carmona Morales*
Los hermanos Zellner vienen ahora con una película disparatada, perteneciente a un género no muy comercial en la actualidad que rebasa los códigos establecidos para el género. Un tema que parece modesto, una puesta en escena bien lograda que muestra bellos paisajes naturales y con unas actuaciones sobresalientes, especialmente por su renombrado reparto. De sus películas anteriores Kumiko y Kid Thing tenemos apuestas arriesgadas, pero no tan atrevidas, sobre todo en un medio tan necesitado de ascenso mediático urgente como el arte.
La historia es algo menos que sobria. Un hombre contrata a un predicador protestante en el lejano Oeste estadounidense para rescatar a su amada, quien según cree él ha sido secuestrada por un campesino. Luego de lo cual pretende proponerle matrimonio. Detrás de aquello, encontramos situaciones que escapan a cualquier lógica. En una escena, al inicio de la película, aparece la pareja bailando agitadamente, en planos separados y luego en un solo plano, pero después los directores cuentan el proceso que lleva a este principiante de vaquero a emprender su osada cabalgata por senderos irregulares.
No se puede advertir fácilmente la ruptura de la pareja y eso hace de esta obra todo un enigma hasta que al final se van develando cada una de las piezas. Esos mensajes sutiles están aderezados por situaciones hilarantes que rayan con la tragedia. Es un humor negro el que configura la atmósfera de los personajes. En otra escena, vemos a un predicador alcohólico, matar a un hombre que micciona de espaldas y después se arrepiente de sus actos. Al parecer no tiene motivos para seguir viviendo al menos que la vida le sonría, pero esa sonrisa está cargada de incoherencias vitales que inspiran la burla de quienes lo escuchan. En otra, vemos a un indígena sobrio que asesina al cuñado de la joven que va a ser rescatada por esa pareja de hombres y pasa una noche con ellos, después de lo cual, se roba los caballos. En todas las escenas aparece un pony de pelo dorado que acompaña al hombre enamorado que quiere salvar a su amada. La inocencia de éste es conmovedora: pretende que su exnovia lo perdone luego de asesinar al novio de ella y luego de que ésta lo ha humillado hasta la saciedad.
Una de las fortalezas de la película, quizá su aspecto más destacado es la construcción de personajes. Empecemos por el hombre, interpretado por un maduro Robert Pattinson, que quiere rescatar a su amada; éste habla con el lenguaje del amor, todos sus actos, todas sus palabras, todas sus intenciones son un monumento al enamoramiento. En las líneas finales dice que todo lo hace por el amor que le tiene a la mujer que se fue con otro hombre y lo desprecia hasta la saciedad. Su romanticismo es un denodado proceso de recuperación de alguien que no lo quiere; en su cabeza sólo existen fantasías que se ha ido creando por la no aceptación de su abandono. Esa neurosis galopante le ha hecho crear un universo paralelo que en nada se parece al mundo de cuatreros y asesinos que pululan en el Oeste norteamericano.
La exnovia, interpretada por Mia Wasikowska, es una mujer sobria, con una férrea determinación de no aceptar el amor de ese hombre ingenuo, del cual se burla en sus agitadas discusiones. De su ira incontenible se desprenden frases como proyectiles que hieren el alma de ese antiguo examante y al cual condena por el asesinato de su pareja reciente. Lo mismo pasa con el predicador que quiere entablar una relación con ella, pero el pragmatismo de aquella rechaza esas propuestas inconvenientes y estrafalarias.
El predicador, interpretado por uno de los directores de la película, Nathan Zellner, es un hombre que ha perdido la fe; a él no le importa ni la espiritualidad de su oficio, ni el amor romántico de aquel que lo contrata. Al final, siente que su vacío y el descreimiento de la condición humana se debe a su propia situación de incertidumbre. Es quizás, el personaje más hilarante de la película por sus apuntes, por el miedo, por la ignorancia de cuestiones prácticas excepto por el excesivo apego al dinero que lo lleva a realizar este acto aparente de humanidad.
Esta obra que tiene por nombre Damsel, es una película refrescante que tiene ciertos parecidos con el cine de los hermanos Coen, en su forma y en su contenido, no con la potencia de estos, pero sí con claves interesantes que pueden vaticinar obras futuras de muy buena calidad. Su actitud desafiante, hace de los hermanos Zellner creadores de un cine que busca captar la atención de los espectadores con esa combinación algo extraña de realidad. La decisión de hacer una película de estas características no es muy rentable. Sin embargo, el humor y la construcción de personajes y de atmósferas les puede garantizar un futuro promisorio como autores y referentes para el campo audiovisual del mundo.
Por ahora, siguen con esa búsqueda de estilo. Su postura crítica de una cultura que ha tenido que pasar por innumerables etapas de comportamiento desigual, es una introspección como país que estos artistas intentan realizar a través de la imagen. Si bien, se muestra un contexto regional, los sentimientos que se exponen son parte de las grandes preocupaciones humanas que dan con su naturaleza.
En estos momentos de estandarización comercial, los hermanos Zellner arriesgan una propuesta de cine independiente. Ya los actores reconocidos están dispuestos a trabajar con ellos con el fin de contribuir a la creación de buenas obras.
*Antropólogo. Magister en Filosofía. Universidad de Caldas.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015