Jorge Abel Carmona Morales*
El primer hombre es una película basada en un libro del mismo nombre, cuyo escritor es James R. Hansen. Cuenta la vida del astronauta estadounidense, Neil Armstrong, en los años que comprenden el periodo que va de 1961 a 1969, cuyo desenlace es nada más ni nada menos que el alunizaje del hombre en nuestro satélite natural.
Su dirección corre a cargo de Damien Chazelle, joven cineasta que tiene dos éxitos taquilleros: Whiplash y La La Land, y que ya cuenta con la confianza de los productores de Hollywood para paliar un poco el exceso de comercio bajo el manto de películas que parecen “de autor”.
La grandilocuencia temática de las obras de este director continúa con este biopic, cuyo personaje es uno de los prototipos del héroe americano que representa todo el empuje del ciudadano estadounidense. En Whiplash vimos a un joven músico que se sobrepone a todas las dificultades con el fin de lograr sus sueños en un medio hostil. En La La Land, un hombre lucha contra las prerrogativas de un mundo difícil que impide su autorrealización como artista.
Ahora, Chazelle resalta el universo psicológico de un astronauta que se convierte en uno de los referentes aeroespaciales del planeta, cuidando los detalles de personalidad, en que la muerte de la pequeña hija de Armstrong y sus deseos de encontrar una nueva perspectiva sobre el hombre como especie hacen de este individuo un personaje complejo. La expresividad del astronauta tiene una conexión directa con sus afecciones familiares y un deseo ferviente de convertirse en un pionero que perseguía el sueño de alcanzar un recodo más de los enormes desconocimientos que los humanos tenemos de nuestro universo.
Sólo dos momentos de la película abren el espectro expresivo del personaje central. El primero de ellos ocurre cuando el director de la misión “Viaje a la luna” le pregunta cuál es la razón personal para hacer esta exploración; Armstrong contesta sin inmutarse que sus razones son de orden trascendente, que de ese modo los seres humanos podemos conocernos más y vernos en perspectiva frente al espacio. El segundo corresponde a la conversación que la esposa lo obliga a tener con sus dos hijos; este padre elusivo contesta parcamente las preguntas de los niños. Una de las marcas de personalidad del astronauta que se puede apreciar en la película es su lúcido pragmatismo, que se difumina formalmente en los actos al lado de sus seres queridos.
Tal vez, la obra se queda corta en la construcción de los senderos que muestren al espectador la erección del liderazgo que lleva a este héroe del espacio a encabezar la misión más importante de los Estados Unidos en su historia aeronáutica. Las escenas lo muestran como un ingeniero dedicado, y las escenas se hacen de manera aislada, de modo que hay que suponer demasiado para entender cómo Armstrong ha reunido los méritos suficientes para imponerse a los otros astronautas.
Foto/Tomada de https://bit.ly/2Tl6MB4 //Papel Salmón
Ryan Goslyn encarna al astronauta estadounidense Neil Armstrong, el primer hombre de poner un pie en la luna.
Creo que ese es el mérito de la película: describir las características de personalidad de un hombre común que se convirtió en el hombre más popular del planeta. Los hechos que marcaron el alunizaje y el revuelo de haber alcanzado un logro tan importante no son especialmente espectaculares. Las escenas de acción, aquellas que muestran la preparación en artefactos construidos por la NASA, el entrenamiento para el abordaje a los cohetes espaciales y el descenso a un nuevo mundo oscuro y extraño apenas irradiado por una tenue luz solar, acompañan el desarrollo del filme. Por eso esta película se desmarca de las de este tipo, como Apolo 11, por ejemplo, cuyo brillo parece recaer en el planteamiento y resolución del alunizaje. Éste sólo comprende un bello desenlace del sueño de un hombre que parecía destinado a este hecho memorable para la humanidad y que parece quitarle el sueño a los conspirólogos que han visto en este hecho, un plan secreto para dominar ideológicamente al mundo entero.
Las secuencias finales constituyen un logro bien desarrollado por el director general y por el director de fotografía por conseguir una coloración lumínica bien lograda. Los pasos de Armstrong sobre la luna no obedecen a esos tics repetidos y faltos de creatividad, sino que aquí tienen una sutileza digna de admirar. La luna es simplemente un paso más en la larga marcha de la humanidad por encontrarse a sí misma en los confines del espacio. El camino de un solo hombre es un viaje a las profundidades de la humanidad.
Foto/Tomada de https://bit.ly/2Sbv42N //Papel Salmón
Claire Foy la actriz que interpreta a la denodada esposa de Armstrong en la película El primer hombre.
En este proyecto fílmico resaltan las actuaciones de Ryan Gosling, actor de confianza del director, y Claire Foy la actriz que interpreta a la denodada esposa de Armstrong. La construcción del personaje del astronauta está bien hecha; la poca gestualidad, la economía de palabras y la participación del astronauta en las escenas de acción denotan un trabajo bien medido.
Del hombre público tenemos noticia por la prensa y la información audiovisual, pero del hombre privado que se enfrenta a una crisis afectiva por una pérdida reciente, la película arroja buenas luces. Su esposa sufre en silencio, comprende la importancia que este hombre que la acompaña en la vida tiene para el mundo, pero no puede desligarse de sus propios afectos, de la influencia que su esposo tiene en sus propios hijos. Armstrong es mostrado como un padre ideal, pero sumamente entregado a su trabajo como para quedarse como un mero hombre de familia.
Foto/tomada de https://bit.ly/2sR4duE //Papel Salmón
Damien Chazelle director de cine estadounidense y francés.
El primer hombre es una obra sobre la vida de un individuo que se volvió famoso sin proponérselo y cuya tristeza provocada por los golpes de la vida se transformó en un gran impulso creativo que lo llevó a la fama.
*Antropólogo. Magister en Filosofía. Universidad de Caldas.
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