Luis Felipe Tabares Tabares*
Siempre hemos escuchado decir o también lo hemos expresado, que polos opuestos no se atraen, no funcionan o no se entienden; en teoría, y casi en la práctica, podría decirse que la música clásica y el tango son polos opuestos, no sólo por su origen, sino también por el mundo o el ambiente en que se vive cada uno. Mientras el uno es de las cortes, las iglesias, los grandes teatros, el otro es del arrabal, del bajo mundo. Pero la realidad muestra algo distinto, ambos géneros están entrelazados más de lo que se cree, el uno ha influido en el otro y le ha impregnado buena parte de su carácter.
No es una afirmación desproporcionada, como podrán decir algunos, es un asunto real e interesante, y más allá de esa frontera entre ambos tipos de música, se puede decir que han tenido que ver el uno con el otro; diversos temas clásicos han sido arreglados en el tango o el fox, y compositores clásicos influidos por el género popular han compuesto tangos dentro de su repertorio. Es así por ejemplo como tenemos el caso del Choro N° 13 del compositor Heitor Villa-Lobos, el cual influenció a uno de los tangos famosos de la historia como es el titulado Malena, siendo influenciado éste en su parte melódica principal; también se encuentra al gran Enrique Rodríguez y su orquesta típica que interpretó la Danza húngara Nº5 del compositor alemán Johannes Brahms, lo mismo que también interpretó el famoso Intermezzo de la zarzuela La Leyenda del beso. De los valses, pues todos conocemos valses interpretados en este género y que gozan de popularidad; y no se puede decir que éstos fueron introducidos por el famoso Johann Strauss, pues el vals que ya existía y que primero ingresó a nuestro continente es el vals anterior al período romántico de la música, el cual ingresó con la llegada del piano y unas primeras partituras. Llegó inicialmente a Uruguay por allá en el año 1800 y los charrúas lo llamaron valsita, siendo allí bailado por muchachas de alto estrato, para luego ser bailado también por las muchachas que quedaban al otro lado del Río de la Plata. Cuenta el autor Joaquín Pau que se recitaban entre otros, unos versos que decían así:
Oh, valsa divina,
alegre, festiva,
tan rápida y viva
cual viento veloz…
De lo instrumental al canto
Al inicio el vals fue interpretado tal cual llegó, conservando sus características musicales, es decir, música sin voz. Pero un siglo después, el vals comienza a perder sus características originales y pasa de ser meramente instrumental a ser cantado, además de que se combina ya con lo que es la milonga y el tango, dándose su fusión. El primer músico en componer valses de este estilo fue el uruguayo Albérico Spátola, claro que se pierde buena parte de la esencia del vals europeo.
Ahora tenemos el caso de Enrique da Novici y su orquesta “The Mozart Tango Players”, quien influenciado por el género clásico grabó un curioso álbum llamado “Tango hereje”, donde él y su orquesta interpretan famosas obras clásicas en ritmo de milonga y de 2 por 4, como la Sonata para Violín N°1 de Bach, bajo el título de Milongbach, la Sinfonía 40 de Mozart que la llamó La 40, la Quinta Sinfonía de Beethoven a la que llamó La Quinta, La Primavera, que hace referencia al Concierto La Primavera de Vivaldi, y La Trucha, que no es otra que el tema del Quinteto La Trucha de Schubert, entre otros. Escuchen y verán que geniales arreglos.
Los tangos de los clásicos
Pero no todo ha sido de lo clásico hacia el tango; también a la inversa se tienen varios ejemplos de la influencia recibida. Ha habido compositores clásicos que tocados por el gusto y el sentimiento del tango, han compuesto piezas tangueras individuales o como parte de una obra mayor. Veamos algunos ejemplos.
Igor Stravinsky, compositor ruso, que de no haber sido exiliado, no hubiera encontrado relación con el tango. Entre sus viajes de exilio estuvo en París, y fue allí donde en 1910 llegaron a sus oídos los primeros tangos, los cuales eran una verdadera religión para los parisinos, y que habían llegado allí a través de diversas orquestas argentinas que se quedaron, para luego ser difundido aún más por orquestas locales. Pensemos e imaginemos por un momento a Stravinsky sentado en un bar o un café escuchando alguna melodía de tango; ¿qué le llamó la atención, le gustó o le impactó y lo llevó a componer tangos? Pero bueno, más allá de eso, continuemos diciendo que Stravinsky compuso su primer tango en el año 1918; esta pieza hizo parte de su obra de ballet llamada la Historia del soldado. Mucho tiempo después, y como resultado de su largo y eterno exilio, Stravinsky llega a Estados Unidos, donde compone en 1940 un segundo tango, ya no como obra perteneciente a otra, sino como una composición individual. Primero lo compuso para piano, para luego ser llevado a orquesta sinfónica y estrenarse en 1953 en Los Ángeles.
Otro compositor clásico que también creó tangos fue el francés Erik Satie. Fue un tango al que tituló Tango perpetuo (Tango perpétuel). Su tango no proporciona el placer musical al oyente, es más bien algo seco, sombrío, pero es su tango, y éste es parte de una obra llamada “Deportes y diversiones”. Llegó a componer este tango por encargo de un pintor de nombre Charles Martin, quien había realizado una serie de dibujos en un cuaderno a los que llamó escenas, con títulos como baño de mar, el tenis, el golf, el tango, entre otros. De acuerdo a lo que se ha descrito de esta composición, ¿qué percepción tendría Satie de cada una de esas imágenes del pintor, en especial la del tango? ¡Bueno! Si pueden escuchar el tango, entonces júzguenlo.
Tenemos ahora el caso del compositor alemán Kurt Weill, nacido en Dessau, quien al caminar por el Kurfürstendamm (algo así como Bulevar comercial del Elector) una de las calles de Berlín, oye diversas melodías tocadas por orquestas callejeras, por las cuales se siente atraído y le llaman la atención. Entre nota y nota decide componer su tango, que es parte de una ópera titulada Dreigroschenoper (La ópera de cuatro cuartos), escrita en colaboración con Bertold Brecht. Dicha pieza tiene su alto valor musical, y se caracteriza por ser una mezcla de sensualidad y sentimiento. El público desde entonces ha gustado de este tango, al punto de que lo han convertido en una pieza independiente.
El compositor austrohúngaro Franz Lehár también hizo lo propio. Estando en Viena y siendo allí director de un teatro, tuvo la oportunidad de escuchar temas provenientes de nuestro continente como el tango y el jazz. A partir de estas obras compuso piezas musicales para cabarets y partituras para revistas; de todo esto se ha mantenido y conservado La reina del tango (Die Tangokönigin), y que aún se difunde en nuestro tiempo. Esta opereta duró mucho tiempo en componerse y tener su forma definitiva, unos diez años en los que su autor compuso varias versiones y le puso diferentes títulos hasta llegar al mencionado y definitivo. Esta obra de tango fue compuesta en su inicio para la gran orquesta sinfónica, pero luego se fue arreglando para diversos instrumentos y grupos musicales, realizadas por Franz o por otros músicos.
Otro ejemplo lo tenemos ahora con el francés Darius Milhaud, quien escribió su Tango des Fratellini (El Tango de Fratellini), el cual fue el resultado de su viaje y estancia por buen tiempo en Brasil, desde donde tuvo la oportunidad de viajar a Argentina y Uruguay, siendo impregnado por el tango en todo su auténtico esplendor. Esta composición goza de buen nombre entre público y músicos por su frescura, el ser muy cultivada, civilizada, casi un ritual, aunque es algo corta, es apenas de menos de dos minutos.
Los tangos sinfónicos
Las Orquestas sinfónicas han hecho lo suyo interpretando tangos, y como un ejemplo está la gran Royal Philharmonic Orchestra, de Londres, y el Quinteto Buenos Aires, quienes se unieron y sacaron un álbum llamado Tango sinfónico. Otros casos se han visto en diversos lugares del mundo y en nuestro país, donde se han tenido conciertos de tango sinfónico.
Un caso particular es el del violinista argentino Agri Pablo, quien además de integrar diversas agrupaciones sinfónicas como Orquesta Juvenil Mundial en Suecia, la Camerata Bariloche, Orquesta Sinfónica de Avellaneda, Orquesta de Cámara Mayo, también ha actuado con el Quinteto Buenos Aires, e hizo parte de un show en Broadway, Nueva York, que se llamó Tango Argentino; allí interpretó tangos actuando como violín solista.
La fusión entre ambos géneros se da en su mayor expresión con Astor Piazzolla y su tango sinfónico, muy criticado y a su vez muy elogiado por propios y extraños. Y es que este compositor y bandoneísta argentino (1921 – 1992), cimentó de manera definitiva y sustancial las características de lo que fue llamado el Nuevo Tango. A parte de estas piezas, compuso obras vocales como una ópera titulada María de Buenos Aires, con libreto de Horacio Ferrer, siendo el primer ejemplo de lo que es ópera-tango, y que a propósito, se estrenó en 1968 en Buenos Aires. Piazzolla recibió gran influencia musical de tres frentes, por un lado del conocido Aníbal Troilo, de otro por parte del compositor Alberto Ginastera, y de su viaje a París, de parte de la compositora Nadia Boulanger. Entre sus composiciones se cuenta con un Concierto para Bandoneón y Orquesta, el cual es de gran valía y le devuelve además su status al instrumento al que sólo se le ha considerado como simple acompañante en grupos bailables.
Como hemos apreciado en este recorrido, estos dos géneros musicales han tenido una gran influencia entre sí, y se han entendido muy bien. Un ballet, un vals, una polka… al igual que un tango, un fox, una milonga…, exigen ser bailados con la misma cadencia, armonía, destreza, coreografía, sentimiento…. Ambos géneros son profundos, melódicos, cotidianos y universales. ¡Bon jour, amigos!
*Historia de la música y apreciación musical.
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