VÍCTOR DIUSABÁ ROJAS
PREGONERO | LA PATRIA
El foco de la tarde se quedó a vivir ahí, en ese gran segundo de la tarde, Despistado de nombre. Y en Emilio de Justo, autor de una faena impecable que le abrió al toro la puerta del perdón por parte de la presidencia.
Claro está, pasaron muchas más cosas que hay que contar, pero lo que sucedió allí, en ese turno, mereció esa explosión de jubilo en los tendidos que no se iba a repetir después.
¿Qué hicieron los dos, Despistado y de Justo, para tocar el cielo de Manizales? Digamos que ser complemento perfecto. Desde los lances ya se veía venir algo grande, ya fuera por el tranco del toro, como por la forma de Emilio de recoger esas primeras notas desde su batuta, con suavidad y temple.
Y como el de Rincón no cambió nunca, de Justo se metió en la cabeza que lo ideal era disfrutar. Entonces vinieron las series con gusto y los remates sin exageraciones. Toda una oda a la suavidad de lado y lado. Sí, como ya se dijo, el complemento perfecto que fue alentando allá arriba la petición de indulto. Faenón y torazo dirían los abuelos. Y así fue, queridos viejos.
El mismo Emilio salió a cobrar algo más en el otro suyo, con el hambre de gloria desatada en que anda en estos días. No pudo ser porque ese, el quinto de la tarde, se rajó.
Pero vamos a lo demás. A este Ginés Marín le sobraron fuerzas para trabajar el doble en cada uno de los suyos. Porque ante el tercero de la tarde debió plantarse muy firme para hacer sentir su superioridad. No fue un toro fácil; más bien, exigente. Y Ginés no echó pie atrás. Oreja de ley.
El sexto se refugió pronto allá donde se sentía fuerte, en la misma puerta por la que había venido a este mundo. A esos terrenos fue el gaditano a plantarle cara, antes de hacerse a él con pleno manejo de las circunstancias nada fáciles que había de por medio. Y cortó la oreja que le daba derecho a la puerta grande, mientras arreciaba el aguacero de todos los días.
Cristóbal Pardo se marchó a pie. Pero otro pudo ser su camino. Con el bonito y prometedor castaño, Cristóbal estuvo inmaculado y fino con el capote. Pero en la muleta el toro se paró en seco. La razón fundamental, la vara caída le pinchó en mal lugar y por ahí se escapó el gas que traía el de Las Ventas. Saludo.
Y en el cuarto, escasísimo de fuerza, el torero nacional de Victoria, Caldas, logró redimirlo con técnica de libro y brazo largo para obligarlo a ir más allá de donde el animal creía que era su obligación. El pinchazo no apagó la petición.
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Ficha de la corrida
Tercera corrida de abono de la 67 Feria de Manizales
Seis toros de Las Ventas del Espíritu Santo. Bien presentados y de comportamiento dispar. Se concedió el indulto al segundo de la tarde, número 608, de nombre Despistado.
Pesos: 440, 452, 460, 446, 444 y 450 kgrs
Cristóbal Pardo: saludo y vuelta
Emilio de Justo: dos orejas simbólicas y saludo.
Ginés Marín: oreja y oreja.
Comentario: Casi tres cuartos de entrada. Lluvia en la lidia de los dos últimos.
Fotos | Freddy Arango | LA PATRIA
Gines Marín y Emilio de Justo en hombros al termino de la corrida de ayer, luego de conseguir una oreja y dos, respectivamente, durante las faenas de sus toros en suerte.
El matador español Gines Marín le instrumenta un derechazo al toro Clavelón de 460 kilos. Se resalta el temple del pase y la forma como humilla al toro, componiendo un cuadro verdaderamente taurino.
Un excelente derechazo de Cristóbal Pardo lidiando a Apostador, corrido en primer lugar en la tarde de ayer. Una demostración de la tauromaquia de este caldense.
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