¡Qué fiesta!: crónica de la segunda corrida

Fotos | Freddy Arango | LA PATRIA

El ganadero Carlos Barbero y los toreros Román, El Cid y Juan Sebastián Hernández, en su paseo triunfal.

Luis Felipe Molina R.

EL PREGONERO | Manizales

Corridón.

No hay adjetivos que puedan resumir lo que se vivió ayer en la plaza de toros de Manizales tras el retiro de un torero histórico, un indulto por un joven alternante querido por la afición, la toma de alternativa por un novillero que crece en la ciudad y una ganadería que respondió en cada salida.

Quizás haya que evocar la magia que existe tras cada alternativa, la grandiosidad de los toreros y la generosidad en las embestida de los seis ejemplares de la ganadería Santa Bárbara que saltaron ayer al ruedo.

Tuvo tantos episodios esta corrida que es necesario despiezarla, tras las ocho orejas de ayer; dos simbólicas tras el indulto del quinto de la tarde.

El Cid

Manuel Jesús se despidió y de qué forma; enamoró con su suavidad al torear, tuvo la pausa que siempre le caracterizó y permitió que este año sí tuviera una despedida con méritos.

En su primero, el toro Rabioso, toreó con gusto. Se vio que dejó todos sus recursos y talentos en la mesa para torear, no se ahorró nada y eso lo conectó directamente al público que lo honró con distintas ovaciones. Una oreja a ley y vuelta al ruedo al ruedo para Rabioso.

Dicharachero, su segundo del lote, es una historia semejante. Históricamente, para despedirlo, la presidencia le concedió torear con el pasodoble Feria de Manizales sin haber dado un solo pase; y lo merece. Toreó en el centro para llevar el toro, al que pinchó una vez, pero que, dada la emoción le fue premiada la faena con dos orejas. Homenaje sensacional a un hombre que siempre tuvo cariño por Manizales, pues aquí tuvo la redención de su carrera.

Román

Este joven conoce Manizales y Manizales lo conoce a él. Toreó con la gracia que tiene su sonrisa. Pocos torean con tanta alegría como lo hace Román y en su tercera aparición en la ciudad supo contagiar ese entusiasmo. El público lo arropa con oles que permiten que este torero de 26 años de edad se luzca, se arroje y viva con pasión.

En su primero, Camarero, le arrancó las embestidas al toro y prácticamente la oreja, que fue el trofeo que obtuvo tras el respaldo popular y la concesión del trofeo por la presidencia gracias a ese clamor.

Su segundo fue otra historia; un concierto de muleta que solo reflejó alegría y talento. Los asistentes de conectaron y pidieron el indulto de Castellano, al que enceló en chicuelinas. Castellano y Román se entendieron con tal nobleza que todo derivó en el indulto. La sonrisa de Román lo dijo todo.

A las 3:55 p.m. de ayer Juan Sebastián Hernández se hizo torero. El Cid le dio los trastes de torear y Román fue testigo de ello. Él tuvo cabeza para entender lo que pasaba en el ruedo y no se excedió en pases innecesarios. El toro le respondió y la música llegó. El toro Jinete le dio la alternativa a Juan Sebastián y también su primer trofeo como torero. En su segundo, el sexto de la tarde, se la jugó para no quedarse por fuera de la foto del triunfo. Lo hizo de rodillas, arriesgando y ciñéndose al paso del toro. Vigilante, el toro de 472 kilos que cerró la tarde, estuvo siguiendo de cerca sus movimientos para darle la segunda oreja, pasaporte de la puerta grande, tras un pinchazo. Juan Sebastián es el nuevo torero colombiano, un hijo de Manizales en adopción.

Emoción

El ganadero Carlos Barbero no pudo ocultar su alegría en el patio de cuadrillas. Una vez se indultó Castellano y se cerró la corrida, llovieron abrazos a un hierro que trajo a Manizales un encierro digno de una capital taurino y que desde ya compite para ser la triunfadora de la temporada.

El Cid dio cátedra con capa y muleta

Román conectó los tendidos con el toro y su muleta.

Juan Sebastián Hernández demostró por qué ya es torero.

Juan Sebastián Hernández toma la alternativa de manos de El Cid y con Román como testigo.