Foto | Freddy Arango | LA PATRIA Luis Bolívar mostró su grandeza con el capote.
Luis Felipe Molina R.
EL PREGONERO | Manizales
Catalogar la tarde de ayer en la plaza de toros de Manizales es complejo, pues a veces no están todos los adjetivos para describir la impotencia y la frustración que causa un mal encierro ante tres figuras del toreo.
A pesar de que la ganadería llevó ocho toros a gusto de los fotógrafos, lo de ayer es la repetida historia del hierro de Juan Bernardo Caicedo en Manizales: Toros que se apagan, que se deslucen, que caminan por el ruedo y que, a la postre, opacan el brillo de los toreros que visitan la ciudad. Como si la afición hubiera masticado las tristezas del 2018 y 2019, ayer, nuevamente, hubo una queja por el rendimiento de este hierro en particular que ha ahogado con creces el grito de ole en los tendidos.
Frustraciones
Enrique Ponce fue el primero en tomar papeles. Se ingenió una faena vertical, donde él dio más que el mismo toro. Lo hizo todo, tapó muchos de los defectos para continuar con su presentación. Un mal estoque sentenció al silencio, aunque el público le reconoció su técnica.
En su segundo, solo hubo desengaños. El toro fue sustituido por un problema en una pezuña y el sobrero tuvo peor comportamiento. Aunque el matador no claudicó en sus intentos, volvió a fallar con la espada. Los asistentes le reconocieron su entrega con una ovación.
Pablo Aguado se fue inédito de Manizales porque los toros no correspondieron con su apetito torero. Dejó, eso sí, ver elementos de su arte que deberían regresar a Manizales, con mejores ejemplares, para conocer la dinámica del matador sevillano. Ni en su primero, tampoco en su segundo, pudo lograr mayores emociones, aunque su entrega no se puede desestimar.
Aparte
Luis Bolívar cortó los únicos trofeos de la tarde. Lo hizo a su primero, al que toreó con profundidad, con temple, con lo que configuró su madurez. Edificó una faena grano a grano que le valió el pasaporte para salir en hombros. En su segundo, hubo mayores fatigas. Al entrar a matar fue arrollado por el toro, pero, milagrosamente, sin sufrir daños físicos aparentes.
Luis Bolívar confirma su madurez y lo que ha crecido en años recientes. Su variedad con capa y muleta dan muestra de ello, además del entendimiento claro que desarrolla ante complejos ejemplares.
Reflexión
Los pitos en el arrastre fueron común denominador. Con lo visto esta semana, hay otras ganaderías que tienen mayor mérito para estar en las corridas taquilleras de fin de feria. También se trata de tener en cuenta lo sucedido en años anteriores y en otras plazas del país, cuando hierros, de buena fama, no responden a lo que se espera de ellos.
Hay que reconocer el esfuerzo y la entrega de los toreros por entregar un espectáculo a los presentes, a pesar de las evidentes carencias del encierro.--P2
Pablo Aguado llevó a su toro primer toro, Legendario, de 476 kilos de peso, al natural.
Enrique Ponce, en su primero, de nombre Barbado y 190 kilos de peso, al tratar de ejecutar sus poncinas.
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