Padre Camilo Arbeláez
Esta vez nos cuenta el Evangelio cómo mucha gente seguía a Jesús interesada en los prodigios que realizaba y en las curaciones milagrosas que de él recibían los enfermos. La verdad es que la mayoría buscaba al Maestro más por lo que hacía que por la doctrina que pregonaba de la llegada del Reino de Dios.
Jesús que actuaba “como un hombre común” (Fil. 2,7); comprende la angustia de las multitudes que veían en él una esperanza y encontraban con su presencia la solución a sus problemas
Ahora se preocupa del pan para calmar el hambre de la gente: pero ya vendrá su enseñanza de que “no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mat.4,4), hasta llegar el momento de ofrecer su cuerpo como “pan vivo bajado del cielo” (Juan 6,51) para quedarse como alimento, compañero y amigo de todos sus discípulos que lo aman y creen en él.
Vayamos ahora a la prodigiosa multiplicación de los panes. La gente necesitaba alimentarse para resistir las largas jornadas que destinaba Cristo a la predicación de una doctrina nueva, fundada en el amor y la justicia con alcances hasta la vida eterna; pero Jesús sabía que primero estaba la vida temporal, ve la situación y empieza a buscar soluciones.
Entonces obró el milagro de una multitud inmensa que come hasta quedar satisfecha y admirada ante “el profeta que había de venir al mundo”
Luego el Señor se retira a la montaña porque quieren proclamarlo rey. Él no lo desea y lo dijo claramente en su momento que, “no había venido a ser servido sino a servir” (Mat.20,28).
Y advierte a sus discípulos cuando la madre de Santiago y Juan pidió para sus hijos puestos distinguidos: “el que entre ustedes quiera ser más importante, hágase servidor de todos” (Marc. 10,43).
Recordemos que para comulgar con Cristo en la Eucaristía, es necesario estar antes en comunión con el prójimo, en el compartir, en la comprensión y en la solidaridad.
Nosotros no podemos multiplicar el pan por “cinco mil”, pero si por “dos” como lo hacen muchos, aún desde su pobreza.
En los tiempos en que vivimos realmente son numerosos los que carecen de lo indispensable para vivir con un mínimo decoro, pero nos sigue cuestionando la afirmación de la Madre Teresa de Calcuta: “el mundo tiene hambre de pan, pero es más grande todavía el hambre de amor”
Juan. 6,1-15
“¿Dónde compraremos pan para darles de comer?”.
Palabra del Señor
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015