Por: José Navia Lame*
Especial para Colprensa
Fidel Bassa, sentado al volante de su Mercedes negro, espera a que los guardias de la Registraduría Nacional le revisen el baúl.
- “¿Adónde se dirige el señor…?”, le pregunta una guardia que asoma su cara a la ventanilla.
- “Voy a firmar un contrato”.
- “¿Cuál es el nombre del señor?”
- “Fidel Bassa”.
La mujer lo examina sin inmutarse y le dice, siga. Es seguro que no reconoció al ex campeón mundial de boxeo. No tendría por qué hacerlo. Bassa fue rey del peso mosca entre 1987 y 1989. Era flaco y fibroso. Tenía 25 años. Ahora, aunque mantiene una figura atlética, acaba de pasar la barrera de los 50.
Al llegar al cuarto piso de la Registraduría, Bassa desaparece por unos minutos entre las oficinas, guiado por un funcionario que lo saludó con evidente admiración.
En sus años de gloria, Bassa fue quizá la persona más querida por los colombianos. Los periodistas hablaban de su niñez como vendedor de bollo de mazorca en Luruaco y luego como vendedor de pescado en Barranquilla. Pero lo admiraban, sobre todo, por la valentía que derrochaba en cada combate.
Su visita a la Registraduría no tiene razones deportivas. Viene como presidente de su propia empresa, el Grupo Bassa Internacional SAS.
El camino recorrido por aquel muchacho que estudió hasta cuarto de primaria y apenas sí sabía leer y escribir está basado en la fórmula “sacrificio más perseverancia, igual a éxito” y en una estrategia que él mismo construyó para enfrentar la vida.
PRIMER ROUND: “A ESE PELAO YO LE PUEDO GANAR”
La carrera de boxeador de Fidel Bassa nació un tarde después de vender pescado en las calles de Barranquilla.
Después de mediodía, Fidel Bassa se iba para donde su tía Emelina, que vivía en la calle principal del barrio El Bosque. Por allí pasaban todos los días unos adolescentes que llamaron la atención del muchacho: “Iban con buenas zapatillas y con maletines y camisetas de esas Nike”.
Un día, Fidel y uno de sus primos los siguieron. Los adolescentes entraron a un gimnasio de boxeo. Fidel se puso a verlos guantear y en algún momento le dijo a su primo: “A ese pelao yo le puedo ganar”.
- “Parece que hablé muy duro –dice Bassa–. Me querían poner los guantes enseguida y yo me fui. Pero a la semana siguiente volví dispuesto a pelear”.
Bassa, curtido peleador callejero, midió a su rival: era más alto, así que le peleó cortico y en tres asaltos le quitó un invicto de cinco peleas.
El entrenador del gimnasio, Ernesto Ramírez, comenzó a entrenarlo. Dos semanas después ganó su primera pelea oficial. Tenía 17 años.
Fidel Bassa importa tableros interactivos, que les permite trabajar a los profesores como si dispusieran de una tableta gigante. El ex campeón viaja con un intérprete a las principales ferias educativas del mundo. Colprensa/Germán Enciso.
SEGUNDO ROUND: “CÓMPRATE ESTE LIBRO”
Llevaba pocas semanas en el gimnasio cuando alguien –no recuerda quien- le dio un consejo: “Tú que eres echao’ pa’lante desde pelaito cómprate este libro que te va a servir mucho”. Y le anotó en un papel: ‘Piense y hágase rico’.
“Cómo a mí me gustaba leer, me fui a buscar el libro al paseo Bolívar, en el centro. Lo compré de segunda”. El autor era Napoleón Hill, un estadounidense considerado uno de los escritores de autoayuda más vendidos del mundo. El muchacho quedó atrapado con la primera línea: “Esta obra le brinda a usted un plan ya experimentado para enriquecer a los hombres”.
Mientras conduce de regreso a su oficina, Bassa cuenta la enseñanza que le dejaron las primeras páginas: un tipo encuentra una veta de oro, la veta desaparece poco después y el hombre, cansado de buscar, vende el terreno y la maquinaria. El nuevo dueño descubre que la veta reaparecía a un metro de donde el primer minero abandonó.
- “Eso enseña que uno no debe tirar la toalla. Así me vea golpeao, sangrando, yo sigo. Así gané muchas peleas. Así fue la pelea con McAuley”.
TERCER ROUND: NOCAUT EN EL PRIMER ASALTO
Con 24 peleas como aficionado, Fidel Bassa decidió pasar al profesionalismo. Ya había sido campeón nacional de las 112 libras y declarado el mejor boxeador del torneo. Y también campeón centroamericano.
Con esos argumentos se presentó ante el empresario Billy Chams, quien le había dado trabajo en su oficina: “Yo quiero que usted sea mi manager porque voy a pelear en el profesionalismo”. Bassa dice que venía madurando esa idea desde tiempo atrás. “Porque yo ya sabía de mis condiciones. Y porque, ajá, yo me quería ganar unos pesos”.
En su primer combate enfrentó a Emilio Tamarillo, un cordobés con seis peleas profesionales. Nocaut en el primer asalto. Cuando vio a su rival en el piso Bassa pensó en su siguiente objetivo: “Esto va para grandes cosas… yo puedo llegar a ser campeón del mundo”.
CUARTO ROUND: ¡CAMPEÓN MUNDIAL!
Para buscar una pelea por el título mundial, Fidel Bassa debía figurar en el ranking. Eso lo consiguió a costa de un dominicano del que no recuerda el nombre. Era tercero en el mundo. “Era fuerte y rápido. Pero yo, con las ganas que tenía, le gané por decisión unánime en doce asaltos”.
Menos de un año después, el 13 de febrero de 1987, Fidel Bassa tenía su objetivo enfrente: el cinturón de campeón de la Asociación Mundial de Boxeo. Lo portaba Hilario Zapata, un panameño con una historia parecida a la de él. Al menos hasta allí, porque Zapata desvió luego su camino hacia las drogas.
“Billy Chams me dio una casa que tenía a la orilla de la playa para que me concentrara y contrató a un entrenador panameño, Ramón ‘Curro’ Dosman. Él es la persona de la que más he aprendido”.
Esa noche, Fidel Bassa se coronó campeón mundial. Ganó por decisión unánime.
Fidel Bassa fue campeón del peso mosca entre 1987 y 1989 y defendió la corona en siete oportunidades.
QUINTO ROUND: “ESTE NO SE PARA MÁS”
El nuevo rey Mosca se concentró durante tres meses para su primera defensa. No conocía nada del retador, Dave McAuley, ni de la plaza donde se llevaría a cabo el combate: Belfast, la capital de Irlanda del Norte.
Hasta el noveno round, Fidel Bassa perdía por puntos. Había caído tres veces a la lona. Una más y perdería la corona. Los colombianos lo miraban por televisión. McAuley lo sacudía a trompadas. Los irlandeses cantaban victoria, pero Bassa puso en práctica aquello de no darse por vencido. Aguantó tres asaltos más y en el round 13 se le fue encima a McAuley.
- “Le tiré jabs, uppercuts, golpes cruzados, recto de derecha… yo sentía que los golpes le entraban y el tipo seguía de pie, hasta que el árbitro se metió y McAuley cayó así de frente y yo pensé: este no se para más”.
SEXTO ROUND: “ME TIRÉ DEBAJO DEL RING”
De las siete defensas que hizo Fidel Bassa, la revancha contra Hilario Zapata fue la más dramática. Los panameños alegaban que alguien del público le había agarrado un pie a Zapata cuando este perdió el título en Barranquilla.
- “Esa gente se quería desquitar conmigo. Desde que llegué al aeropuerto montaron como una guerra. Me insultaban y un tipo hasta me tiró un puño. No podía salir a la calle. Para poder entrenar yo anunciaba que me iba para un gimnasio y me aparecía en otro o me quedaba entrenando en el hotel”.
Al finalizar la pelea, los jueces declararon un empate. Y allí estalló el infierno. “Cayeron sillas, piedras… a mí me lograron pegar con un pedazo de hielo en la espalda… yo me tiré debajo de ring y la gente no sabía dónde estaba yo. Allá debajo estaba el difunto Fabio Poveda, Edgar Perea… me rodearon. Me querían mucho y preferían recibir un golpe y que no me lo dieran a mí.
SÉPTIMO ROUND: “QUIERO HACER OTRAS COSAS”
Fidel Bassa se presentó en la oficina de su manejador, Billy Chams, meses después de vencer por nocaut al panameño Julio Gudiño, en la sexta defensa. En ese momento ya estaba pactada una nueva pelea frente al venezolano ‘Kike’ Rojas.
- “Yo le voy a ganar a ‘Kike’ Rojas y me retiro. Quiero dedicarme a otras cosas”, recuerda que le dijo a su empresario.
Chams y otras personas trataron de convencerlo de pelear unos años más. “Tú todavía estás joven”, le dijeron. Tenía 27. Pero Fidel Bassa consideraba que ya había recibido suficientes golpes. Había peleado desde niño cuando jugaba bola’etrapo en el barrio El Bosque de Barranquilla.
La pelea con ‘Kike’ Rojas la perdió por un punto. Enseguida anunció su retiro. Y se conectó de nuevo con el libro de Napoleón Hill. En la página 75 dice: “Toda adversidad lleva consigo las semillas de un mayor beneficio”.
- “Ese libro ha sido la guía mía”, dice.
OCTAVO ROUND: “Y MONTÉ MI EMPRESA”
Lejos de los cuadriláteros, Fidel Bassa comenzó a pensar en qué hacer para no perder su fortuna y para darle vuelo a su espíritu de negociante. “Siempre me han gustado los negocios. Cuando vendía pescado busqué un barrio donde hubiera billete para poder vender rápido. Me iba para el barrio Los Nogales; en esa época allí vivía mucho guajiro y a las diez u once ya estaba desocupado”.
Un año después de perder el título, en 1990, Editorial Planeta lo contrató como relacionista público, junto con Willington Ortiz y Martín ‘Cochise’ Rodríguez. Promocionaban los libros en colegios, universidades y empresas y Planeta instalaba un stand.
- “Un día, como a los tres años, yo dije: ‘Bueno, pero si esto lo puedo hacer yo’. Monté mi empresa y me hice distribuidor de Planeta. Y empecé a viajar a Estados Unidos, a Europa, a buscar las editoriales más grandes del mundo: McGraw-Hill, Larousse y me hice distribuidor de ellos”, dice Bassa.
NOVENO ROUND: “ME VOY PARA BOGOTÁ”
Un día, hace doce años, el ya empresario Fidel Bassa se subió pensativo a su camioneta Pathfinder. A su lado iba su esposa Shirley Castillo
- “Shirley, en cuatro días me voy para Bogotá”, le dijo a boca de jarro.
- “¿Cómo así?”
- “Así como te estoy diciendo. Yo me voy; allá tengo más oportunidades”.
Fidel Bassa invirtió las horas siguientes en explicarle a su esposa lo que le aconsejaba el libro de Napoleón Hill: “Ese libro dice que si la ciudad donde estás se queda pequeña, vete. No lo dudes. Por encima de la mujer, de la familia, de lo que tú quieras… ¡Arranca!”.
Y arrancó por carretera con un amigo. Se turnaban para manejar. En Bogotá, dormía en un hospedaje del barrio Nicolás de Federmán. Cuando le salió el primer negocio abrió una oficina y contrató secretaria.
Hoy, el ex boxeador es presidente del Grupo Bassa Internacional. Tiene 37 empleados y tres oficinas en Bogotá y Barranquilla. También abrió el restaurante campestre de mariscos El Molino, en Cogua, a una hora en carro de Bogotá.
DÉCIMO ROUND: UNA OFICINA EN PANAMÁ
Fidel Bassa estuvo hace quince días en Panamá. “Estoy buscando montar oficina allá. Estuve conociendo las leyes… el tema de impuestos”.
Ya casi no vende libros. “Un día me di cuenta de que la tecnología está cambiado todo, las empresas, los carros… y me fui a la feria Bett, en Londres, la más grande en tecnologías en educación”.
Con ese viaje comenzó una nueva etapa. Ahora, Fidel Bassa cotiza en dólares. Vende aulas virtuales, tableros interactivos, laboratorios digitales y software educativo. “Es lo que usan en colegios de Estados Unidos y Europa”, afirma.
Dice que casi todo lo que ha logrado lo tiene escrito en su mapa de prosperidad, una estrategia de autoayuda que conoció hace muchos años.
- “Yo hago mi mapa en cartulina. Y allí pongo todo lo que quiero: si quiero un carro, pinto el carro, la marca, el modelo… una casa… viajes… todo. Y si trabajas, el día menos pensado las cosas se te van dando. El pensamiento es algo muy poderoso”.
Así funciona la vida para Fidel Bassa. Es su estrategia y le da resultado.
*Periodista – Docente de la Universidad del Rosario
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