MÓNICA FRANCO
LA PATRIA | MANIZALES
Llegar a la calle larga de Fátima es encontrarse con un pueblo diminuto. Hay 199 casas divididas en dos sectores: Keneddy y Ventiaderos. Basta dar 722 pasos para ver perros, gatos, tiendas y mucha unión.
Eso piensa María Edilma, que llegó a Keneddy en 1975, más exactamente a la calle 65 con carrera 35. Arribó porque su esposo compró la vivienda, en la que también funciona un taller de soldadura, que es de su hijo.
Intentando escamparse de la lluvia entre el portón de su casa y el andén, María Edilma cuenta que desde que llegó la vía se conoce como Calle larga, tal vez, supone, porque no hay "metederos" entre las cuadras.
"Puede preguntarle a medio barrio y nadie sabe el origen del nombre, pero sabemos que se llama así. Es porque no hay una vía distinta a esta -señala con su dedo- que conecte las viviendas".
Aclara que aunque Calle larga comprende desde la 60 hasta la 65, hay una división desde la esquina de la calle 64 hacia abajo, pues a partir de la panadería Don José el lugar se identifica como Ventiaderos. "Son otros vecinos y es otro mundo".
Pueblo pequeño
Su hija, Marcela, la interrumpe: "qué peligro pasar por allá, sobre todo de noche, porque se ven unas pintas". María Edilma refuta: "como en toda parte, se ve de todo". Nuevamente Marcela toma la palabra y asevera que Calle larga parece un pueblo pequeño, porque todos los vecinos, además de conocerse, mantienen muy pendientes de la vida de los demás. "Si salgo y llego a las 3:00 de la mañana en un taxi, al otro día todo el mundo lo comenta", afirma la joven.
Al lado de un poste, que aún tiene pintadas figuras navideñas, hay una tienda que surte 66 casas del sector. "Las de abajo las surten en el negocio de Beto", asegura María Edilma.
En esa misma calle, la 65, también se encuentran dos talleres: uno de mecánica y otro de soldadura.
Ventiaderos
Más abajo, después de la panadería, el panorama es similar. Casas grandes, unas cuantas que tienen tres pisos, pero que son viviendas separadas. Muchos propietarios que viven en Ventiaderos, según Beatriz, tienen inquilinos. Agrega que desconoce el origen del nombre, a pesar de que reside allí desde hace 12 años. "Pues porque es larga, no hay de otra", expresa y suelta una carcajada.
Al frente del andén, un trabajador que viste un overol de Aguas de Manizales interrumpe la tranquilidad cuando empieza a taladrar parte de la vía. Beatriz sube el tono: "¡lo mejor de por aquí es que es muy tranquilo!".
En la esquina, justo después de pasar la cuadra del Centro de Desarrollo Infantil Semillitas y una antena de la empresa Claro, está la tienda a la que se refirió María Edilma. Allí atiende Isabel desde hace un mes, y considera que aunque tiene buena clientela y se ve gente, Calle larga es tranquila. Entretanto un niño con un cachorro Fresh Poodle entra y compra una golosina, mientras observa la máquina de monedas que tiene calcomanías del dibujo animado Srheck, mira a Isabel, sonríe y suelta sus pasos aceleradamente. Después de caminar unos centímetros grita: "¡se llama así porque es empinada!", y se aleja.
EN CHIPRE
La bienvenida a la calle larga de Chipre, en la calle 12B con carrera 11, la da una vivienda doble con letreros de Se arrienda. Un hombre mayor que observa la lluvia a través de la ventana sonríe al paso de las pocas personas que se ven. Jairo de Jesús vive allí desde hace tres años y asegura que es una zona muy tranquila, a pesar de que "algunos vecinos dejan desechos en los postes y ponen feo este lugar tan bonito", cuenta señalando la calle de esquina a esquina.
Mientras conversa, un hombre de unos 45 años toca en algunas viviendas pidiendo comida o dinero sin encontrar respuesta, hasta que al timbrar en una casa comienza a sonar la melodía de la ronda infantil Tín Tan el Panadero, que logra arrebatarle una sonrisa.
Alcanzan 236 pasos para recorrer la vía, que alberga 51 casas y un lote grande donde funcionó hace años el CASD.
Cambió la entrada
Según le contaron los abuelos a Luis Felipe, otro vecino, antes de que él llegara hace 37 años, la entrada era diferente. “Ese muro era la entrada, pero las incomodidades que producía una cañada hizo que los habitantes solicitaran cercar la zona y trasladar las viviendas unos 10 metros más arriba”. Ese quizá sea el cambio más drástico de la cuadra, porque de resto “todo es igual”.
A diferencia de Fátima, por aquí no hay tiendas ni talleres. Quienes desean comprar algún alimento deben hacerlo en el negocio que queda diagonal a la vivienda que está para arrendar.
Otro hombre que caminaba por allí dice que lo único que recuerda distinto es que en un apartamento, hace unos 12 años, encontraron el cadáver de un hombre con signos de tortura.
Sobre el nombre de la calle, Luis Felipe dice desconocer el origen, a pesar de que a lo largo del tiempo, incluso taxistas, la reconocen así. Para él no hay diferencia entre vivir en una cuadra larga o una más pequeña. “Se vive normal”, concluye.
RUTA DE LA SULTANA
Una vidriera, un jardín comunitario y muchos palos de eucalipto florecidos hacen parte de la Calle larga de La Sultana, en la calle 65 con carrera 11.
68 casas y dos edificios se pueden ver en la pendiente, donde al caminar se cuentan 150 pasos. Algunos manifiestan, incluso, que tiene morro propio.
Isabel dice que vive por allí desde hace tres años, pero no conoce a nadie, a pesar de ser una calle de muchos vecinos. "Cada quien es por su lado. Todo es calmado", comenta.
Unas puertas más abajo de su casa está la sastrería de José William, donde sobresale un letrero: Se arregla todo tipo de ropa. Su hermana Olga cuenta que viven allí desde hace 40 años. Hasta hace 17, recuerda, reunían dinero para hacer natilla y sancocho. "Una vez pedimos una cuota de $2 mil y nos dijeron que si era que con eso íbamos a mercar. Nos dio rabia y desde ese entonces cada quien anda por su lado".
El pavimento a lo largo de la calle está deteriorado, según ella, por el paso de las busetas que van y vienen de Minitas.
"Para eso sí nos volvimos a unir. Pusimos la queja en la Alcaldía, pero nada".
Igual que en Chipre, la única tienda del sector pertenece a otra cuadra.
LA 48
En San Jorge, barrio de la Comuna La Estación, Calle larga está en la calle 48, y comprende las carreras 17, 18 y 19.
No hay vecinos rumberos ni se siente bulla; poco se ha escuchado de atracos y, en general, es una cuadra tranquila, asegura Paula Andrea, quien desconoce el origen del nombre. "Porque es más larga que una normal, no creo que tenga otra explicación".
Las 47 casas son de dos o más pisos, y hay un edificio. Mientras se anda 176 pasos se ven, además de las viviendas, un gimnasio y una pequeña tienda que, según algunos habitantes, fue una panadería famosa que desapareció hace unos siete años y hoy en día es la tienda del barrio, donde también venden empanadas y buñuelos.
Con sancocho de olla
Luis narra que hace 15 años la cuadra era alegre, sobre todo en diciembre. "No faltaba la olla de espinazo de marrano y música de Pastor López". Pero los tiempos han cambiado y cada uno anda por su lado, indica Jaime, quien ajusta 11 años en el lugar. "No me han podido echar de por aquí", parlotea con tono de cuentero antioqueño. Agrega que los vecinos son buena gente y que lo que hace más bulla son las busetas que vienen desde los lados de San Cayetano y Peralonso.
LA DE FAROLES
Cuatro hostales, una tienda y un consultorio clínico hacen parte de la famosa Calle larga de Palermo, también conocida como Calle de los Faroles. Hay 28 casas y dos edificios en toda la cuadra, que se observan al dar 175 pasos. Todas las edificaciones son grandes y espaciosas, pero están ocupadas, en su mayoría, por una sola familia.
En la esquina que conecta con la Avenida Paralela hay dos casas esquineras grandes. Más arriba de una vivienda que vecinos llaman de piedra, un carro volkswagen reposa a la entrada de un garaje.
José Octavio trabaja como vigilante en el sector desde hace tres años y dice que la calle, desde hace unos dos, se empezó a llenar de locales. "Antes solo se veían las personas de las casas, ahora se ven forasteros que llegan a los hostales o al consultorio".
Agrega que lo mejor es cuando todos los vecinos se unen para festejar la Navidad. "Se ven turistas y personas que no son de aquí. Muchos traen cámaras para llevarse un recuerdo".
Inseguros
Para Sergio, que ha vivido "toda la vida por estos lares", el problema de que el sector se haya vuelto más comercial ha aumentado la inseguridad. "Siempre hemos sido unos vecinos muy unidos y colaboradores, el problema es que con el paso de tantas personas que no son de por aquí, la inseguridad se ha incrementado", reclama.
Según él, el cambio más significativo es tener mochileros de Chile y España en los hostales, que llegaron desde hace unos dos años. "El último hostal lo pusieron hace unos tres meses. La verdad no nos incomoda, aquí todo el mundo es bienvenido", sentencia.
Del nombre, Sergio dice que desconoce el origen. "En Manizales hay muchas y debe ser por la forma, porque son andenes conectados y casas en una dos hileras".
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