En La Normal de Riosucio (Caldas), con escombros y sin obras

LEONIDAS GUERRERO

LA PATRIA | RIOSUCIO

La alegría que sintieron el pasado febrero docentes y alumnos de la Normal Superior Sagrado Corazón, en Riosucio, es hoy una incertidumbre. La implosión de una sede de la institución dio paso a la ilusión de una nueva planta física. Sin embargo, los escombros siguen en el lugar, ocho meses después de la detonación del edificio.

La implosión pudo llevarse a cabo, pues Gobernación y Alcaldía de Municipio compraron la infraestructura a las Hermanas Vicentinas por $550 millones. Las consecuencias de ello: alumnos que buscan bares y cafeterías para ir al baño, pues no cuentan con baterías sanitarias. Las clases de educación física y los descansos son en el parque La Candelaria y en el Centro Recreativo Los Fundadores.

¿Por qué no arrancan las obras entonces? Jesús Antonio Valencia, coordinador de Planeación de la Secretaría de Educación de Caldas, manifestó: “Ahí hay dos temas por resolver: que se recojan los escombros y se entregue la licencia, es decir, la autorización para empezar la obra. Las dos cuestiones son responsabilidad del Municipio”.

Valencia agregó que apenas se definan estos dos trámites, la Gobernación tiene seis días hábiles para arrancar con la intervención, valorada en 7 mil millones, dijo el gobernador, Guido Echeverri, en su más reciente visita a la localidad del occidente caldense.

Ante esto, se consultó al alcalde de Riosucio, Bernardo Arley Hernández, quien calificó como una calumnia que las obras dependan del levantamiento de los escombros. “Deben hacerse unas obras complementarias. Tenemos los recursos, lo que falta es que la Gobernación los apropie”, aseguró.

Al pedírsele que explicara por qué la Gobernación debía apropiar unos recursos que, como lo indicó, la Alcaldía ya tenía listos para la obra, Hernández colgó la llamada.

Entretanto, los alumnos y docentes siguen pasando incomodidades. “Se acerca el sueño que tanto esperamos”, expresó la rectora de la institución, Mirtha Cataño, días antes de la implosión. “Vendrán cosas nuevas, las del futuro”, apuntó una docente también. Ahora la comunidad espera que no defrauden esas ilusiones.