Hace carrera aquello de que cuando hay un gran problema que parece sin solución se nombra una comisión. De nuevo se cumple este precepto, pues a medida que crecen las acusaciones contra la Dirección General de la Policía Nacional, el ministro de Defensa y el presidente de la República, Juan Manuel Santos, optan por nombrar una comisión de dos altos juristas y también exministros de esa cartera, Luis Fernando Ramírez y Juan Carlos Esguerra, y del analista Jorge Hernán Cárdenas, los tres de altas calidades morales e intelectuales, pero quienes poco tendrán para poder ofrecer verdaderas soluciones a una situación que parece salirse de control. El plazo para entregar conclusiones es de tres meses y por como están las cosas parece mucho tiempo.
Es claro que se nota en todo este berenjenal de denuncias y acusaciones un tufillo revanchista y de peleas intestinas en la institución, que demuestran también que puede haber intereses por el poder que entrañan los altos cargos, lo que no les resta a las denuncias que se han hecho y que obligan a que se adentre en estas, que se investiguen todas y cada una y se tomen las medidas necesarias para que esto quede solucionado de una buena vez. Nos estamos acostumbrando a que cada tanto, y de manera casi cíclica, se presentan este tipo de situaciones dentro de la organización. Ya hace 20 años se hizo una reforma que pretendió hacer cambios estructurales y se terminó en algunas modificaciones al uniforme y a los nombres de los cargos, pero todo siguió casi igual; hace 13 años debió echarse mano de un general retirado para que dirigiera la organización ante las luchas intestinas identificadas dentro del organismo y ahora vuelven esas situaciones.
De todas maneras, a las denuncias, que parecen más consejos y chismes, que reviven o auscultan hechos de la vida personal del director de la Policía de hace casi dos décadas, se suman hechos gravísimos como el de seguimiento a periodistas, lo que es desde todo punto de vista intolerable, y los beneficios recibidos por el general Rodolfo Palomino en especie, representado en un descuento extraordinario para comprar un lote, asuntos que requieren que se profundice en ellos y ver si se violó alguna norma. Es necesario que se apresuren las investigaciones, respetando el debido proceso al que tiene derecho el alto oficial, pero con resultados claros para la ciudadanía, pues se va acabando el espacio para las explicaciones.
La Policía requiere recuperar liderazgo y capacidad para ganarse el respeto de los ciudadanos de nuevo, y esto lo puede lograr, siempre y cuando cumpla con su objetivo de ser el garante de la seguridad ciudadana, pero las dificultades de este país por la existencia del terrorismo, de bandas narcotraficantes armadas, de guerrillas organizadas han hecho que esta institución cada vez se haya convertido en más militarista, cuando su corte y razón de ser es el de un cuerpo civil armado. Esas paradojas han provocado cambios abruptos y apetitos por el poder y no por el servicio, que es lo que debería primar. No más paños de agua tibia. Se requiere de soluciones no de comisiones.
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