Se celebró ayer el Día Internacional de la Mujer, fecha que surgió como un reclamo para la equidad de género, pero que se ha convertido en una nueva fiesta comercial en la que imperan los dulces, los chocolates y los mensajes a través de las redes sociales. Es muy bueno que en las empresas, centros educativos y, en fin, en todos los espacios se festeje este día, pero más que quedarnos solo en los regalos y en los abrazos deberíamos reflexionar acerca de las realidades que afectan a las mujeres en un país como Colombia.
Si se observa lo que ocurre en lo laboral, económico, político, cultural y social asistimos a un panorama en el que se evidencia que el camino hacia la equidad de género está cundido de toda clase de obstáculos. Uno de los principales problemas son los relacionados con la violencia de la que son víctimas de manera permanente. De hecho, un informe de Medina Legal para el periodo 2009-2014 establece que cada día son asesinadas cuatro mujeres en Colombia. La gran mayoría de ellas tenían entre 20 y 24 años de edad, y los conflictos intrafamiliares son el origen de gran parte de estos casos.
Sin embargo, el espectro de la violencia contra las mujeres es más amplio, y abarca lo físico, lo psicológico, el abuso sexual y el ámbito de su patrimonio económico. Si nos enfocamos en lo que ha ocurrido en el conflicto armado colombiano, se halla que una alta proporción de las víctimas durante estas cerca de seis décadas corresponden al sexo femenino, y en la actualidad tal situación se mantiene si nos atenemos al informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), para el 2014, el cual concluyó que Colombia lidera los asesinatos de mujeres en la región.
Un avance importante en este sentido es la Ley Rosa Elvira Celis del 2015, que considera el feminicidio como delito autónomo, con penas hasta de 50 años de cárcel. No obstante, más que el populismo punitivo que es innegable en este tipo de leyes, Colombia necesita trabajar con mayor determinación para que la sociedad modifique esas conductas que justifican el ataque a las mujeres y fomentar una equidad de género real, en la que se les respete en forma verdadera. Persiste un imaginario machista en el país que sigue dejando al sexo femenino en situaciones de vulnerabilidad muy complicadas.
Las mujeres colombianas también sufren discriminación en lo laboral. Resulta contradictorio que si bien hoy de cada ocho mujeres con grado profesional hay siete hombres en igual nivel educativo, la tasa de desempleo es mayor en ellas, casi el doble que en el de los hombres, de acuerdo con las Naciones Unidas. Y, no solo eso, en gran parte de los casos los salarios para las mujeres están por debajo de los de los hombres, pese a ocupar cargos de similares características y responsabilidades.
Ahora bien, en este aspecto hay indicios de mejora: Según el Foro Económico Mundial para el 2015 nuestro país pasó del puesto 53 al 42 en el Índice de Brecha Global de Género, entre 145 países medidos en educación, salud, política y economía. No obstante, falta aún mucho por hacer para que pueda afirmarse que los avances en este sentido son reales.
En el ámbito de la política ocurre algo similar. El número de mujeres en el Congreso de la República sigue estando muy por debajo de lo ideal, en cerca del 21%. En los cargos directivos del Ejecutivo, no solo en lo nacional, sino también en las regiones, el fenómeno es parecido, y ni siquiera se cumple la absurda Ley de Cuotas que fija un porcentaje del 30% de participación femenina como obligatorio. Hay que cambiar la cultura de una sociedad que sigue siendo discriminatoria.
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