Ningún lugar de Manizales como la Comuna Ciudadela del Norte ha tenido tanta dinámica durante la década reciente. La expansión de la ciudad ha tenido en esta zona un protagonista, y ha sido allí donde se han dado los más complejos casos de migración interna, los cuales han provocado la aparición de nuevos lazos de interrelación y situaciones sociales singulares, que muchas veces han desembocado en episodios de intolerancia u otros graves problemas de convivencia social.
En un nuevo informe de LA PATRIA en Acción, hoy se ofrece un completo panorama sobre la realidad que afronta esa zona de la capital caldense, donde la dinámica de ensanchamiento se mantiene alta y aún con mayores posibilidades de avanzar, con lo que si no se toman las decisiones pertinentes a tiempo podríamos en el futuro llegar a lamentarnos de la formación de una bomba social sin control.
Uno de los aspectos preocupantes tiene que ver con la llegada durante el segundo semestre de 2010 de decenas de familias provenientes de sectores de Manizales que fueron declarados zonas de alto riesgo por causa del invierno. Aunque las proyecciones de Planeación Municipal estipulan que la población de la comuna se ha incrementado en 636 personas desde el 2005, al pasar de 62 mil 59 personas a 62 mil 695, los habitantes del sector sienten que cada vez están más estrechos en cuanto al acceso a servicios.
Es delicado, por ejemplo, que los escenarios deportivos y parques estén prácticamente inutilizados por abandono o porque se convirtieron en los puntos de encuentro de maleantes. La Administración Municipal tiene la obligación de intervenir para permitir que los jóvenes sanos puedan recrearse en ellos, sin tener que exponerse a que unos pocos se encarguen de causar un temor general. Ya en el pasado se han prometido acciones en este sentido y nada se ha hecho, mientras que la juventud no encuentra buenas opciones para su desarrollo.
Las atenciones en un único centro de salud y la posible insuficiencia de centros educativos en el sector son asuntos que también deben ser estudiados, pues con la llegada de nuevos pobladores en los años recientes, la comunidad siente que lo actual no logra una cobertura ideal. No podemos olvidar que si los jóvenes encuentran alternativas de capacitación o de trabajo que los mantenga alejados de las malas influencias es posible evitar que caigan en las garras de delincuentes o de la drogadicción. En eso aún estamos en pañales.
De la misma manera, como se evidencia en los numerosos homicidios en algunos barrios, los problemas de inseguridad permanecen, y aunque no se han agravado podrían llegar a ser causantes de profundos traumatismos ciudadanos si no se les presta la atención debida. Los grupos de jóvenes, llamados combos, que se dedican a consumir alucinógenos y mantienen enfrentamientos constantes con sus similares de otras zonas de la comuna, en una lucha territorial por el microtráfico, hacen que muchos sientan amenazada su tranquilidad y hasta su vida.
Hay que destacar, de otro lado, que los viejos habitantes de la comuna y los recién llegados estén tejiendo lazos de relación que demuestran un amplio sentido de tolerancia y deseos de mutua colaboración, como se evidencia en varias de las historias que encontraron allí los periodistas de LA PATRIA. En esto, sin embargo, es necesario enfatizar en la necesidad de que, quienes no lo han hecho, se acojan a las normas de convivencia establecidas y que con mucha responsabilidad todos velen por el bienestar general. Un buen acompañamiento del Estado podría llevar a que la semilla del sano desarrollo de una comunidad surja fortalecida.
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