La economía colombiana está pasando por un momento gris, y lo peor es que hay amenazas que podrían tornarlo oscuro. Hay una conjunción de factores y variables que no permiten ser optimistas, y aunque es verdad que ha resistido crisis complejas como la sufrida por la Unión Europea y hasta por los Estados Unidos desde el 2008, ahora el desplome de los precios del petróleo y la devaluación excesiva del peso comienzan a tener efectos que podrían ocasionar graves problemas al país en los próximos meses y años.
El alza de la inflación, que en lo que va del año llega al 4,2%, saliéndose de la meta fijada por el Banco de la República, y que al final del 2015 podría estar cerca del 6%, al ritmo que va, es un pésimo indicador que podría desencadenar más problemas. Para anticiparse a los efectos perversos de la inflación, la junta del Banco decidió la semana pasada subir 0,25 puntos porcentuales las tasas de interés, lo cual puede ayudar a frenar el encarecimiento de los productos de la canasta familiar, pero que también podría tener como consecuencia una baja en el consumo y desaceleración de la economía.
El 0,72% de inflación del pasado septiembre es la cifra más alta en 15 años, lo que evidencia un cambio de fondo en el comportamiento económico de nuestro país. Esta situación sería un efecto directo de las sequías que viene sufriendo Colombia, como consecuencia del fenómeno de El Niño, el cual se cree que se extenderá hasta marzo del 2016. De hecho, los precios de los alimentos se han incrementado en 7,12% durante el 2015, lo que tiene un fuerte impacto negativo. Así las cosas, es alta la probabilidad de que los productos agrícolas profundicen su tendencia al alza, lo que podría hacer que la inflación en lugar de contenerse siga disparada.
Esto, combinado con un dólar alto que también encarece los alimentos importados que, en porcentaje significativo llegan al país, hace que las posibilidades de que la inflación no pueda ser controlada sean cada vez mayores. Además, la balanza comercial sigue desequilibrada, debido a unas exportaciones que en lugar de crecer aprovechando la devaluación, se van a pique en un 41,6%. La encrucijada es difícil para nuestra economía, y ahora que se avecinan las discusiones acerca del salario mínimo para el próximo año, todo indica que se tendrán posiciones incompatibles. El mejor consejo en este asunto debe ser la prudencia, si queremos que la curva de caída no se alargue más allá de lo debido.
Es cierto que la economía colombiana está mejor que la gran mayoría de las de los países de América Latina, que en promedio ya completan cuatro años consecutivos de desaceleración, de acuerdo con el Banco Mundial, lo que podría reflejarse en una caída sustancial del empleo. Así que, si bien estamos mejor que nuestros vecinos es alto el riesgo de entrar en el grupo de las economías que van en descenso, como Brasil, Argentina, Ecuador y Venezuela, lo que nos podrían poner en serias dificultades futuras.
Además, en próximos meses tendremos que estar pendientes de las decisiones de la FED, en los Estados Unidos, porque un alza de las tasas allá harían más complicado el panorama de nuestra economía, por la posibilidad de la fuga de dólares... Ojalá que se hallen las mejores alternativas para hacerle frente a este embate de fuerzas en contra y que, finalmente, pasado el chaparrón sea posible despegar otra vez, con ímpetu renovado.
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