Con la cuarta copa para la Selección de Alemania terminó ayer el Mundial de Brasil 2014, un evento deportivo en el que ocurrieron tantas cosas inusitadas que necesariamente será comentado por muchos años. Recordado con alegría por algunos y por amargura por otros. El solo hecho de que el hoy campeón haya goleado en semifinales 7-1 al local es algo que no deja de sorprender. Pasarán muchos años y mundiales, seguramente, para que un momento como ese vuelva a repetirse.
Para los colombianos también perdurará este campeonato, debido a varias situaciones que nos llenan de alegría. Por primera vez en la historia un colombiano, James Rodríguez, se convirtió en el máximo goleador con seis anotaciones. Además, nuestro equipo llegó por primera vez a cuartos de final y tuvo clara la posibilidad de seguir avanzando, a no ser por un flojo primer tiempo y un segundo tiempo lleno de polémicas y dudas arbitrales. Se confirmó en este mundial que Colombia tiene fútbol para seguir estando presente en estas competiciones y ser protagonista. Para Rusia 2018 se tiene la posibilidad de tener un gran equipo.
Con la terminación del mundial, que fue una época en la que nuestra selección nos puso a soñar, y en la que los colombianos dedicamos buena parte de tiempo a gozar de las emociones del fútbol, es necesario aterrizar a la realidad. En las empresas, donde la mayor parte de los jefes facilitaron los horarios y brindaron comodidades a sus empleados para que disfrutaran de la fiesta deportiva, se hace necesario retomar el ritmo de las actividades y volver a trabajar con renovado entusiasmo.
Este fue un tiempo en el que las grandes preocupaciones se quedaron aplazadas y las mentes de las personas se enfocaron en el desarrollo de los partidos, al punto de que las protestas sociales que se venían desarrollando en Brasil antes de comenzar el mundial terminaron opacadas, pero a partir de este lunes las cosas serán a otro precio para el gobierno de Dilma Rousseff, más aún con la decepción que llevan los brasileños en el alma por la pésima presentación de su seleccionado, la peor en toda su historia.
Es un hecho, por ejemplo, que no será fácil para la mandataria lograr su reelección durante el próximo mes de octubre, como es su actual propósito. Aunque ella no haya estado en el campo de juego, los habitantes de ese país le echarán la culpa de la peor vergüenza sufrida por ese país en mucho tiempo. En esto, vale la pena reflexionar acerca de las consecuencias de los resultados deportivos en los temas de la política, y ver cómo en el caso de Colombia ese gran arranque de nuestra selección en el mundial con el 3-0 frente a Grecia pudo influir en el optimismo que vendió el presidente Santos con respecto a las negociaciones de paz de La Habana.
En nuestro país el efecto anestésico del mundial también comenzará a pasar y los temas claves para el futuro de Colombia volverán a estar en primer plano. El país comenzará a ser más exigente con la gestión del gobierno de Santos, para que cumpla con todos los compromisos asumidos durante la campaña de reelección. La agenda informativa comenzará a girar no solo alrededor de la paz, sino de las necesidades apremiantes en salud, educación y empleo, y comenzarán a percibirse, de nuevo, las tensiones políticas entre los partidos de la Unidad Nacional y los sectores de la oposición.
Se acabó el recreo y vuelven los asuntos serios a los que debemos prestarle toda nuestra atención y empeño para sacarlos adelante. Ya reímos y hasta lloramos, nos dejamos llevar por las emociones, y dejamos que la magia del fútbol, sobre todo la de nuestra selección nos conquistara la vida cotidiana, pero es el momento de regresar a la razón, a reflexionar sobre lo que viene en el porvenir y actuar con gran responsabilidad frente a cada uno de los desafíos que se nos presenten, si es el caso aprovechando los aprendizajes de la entrega y trabajo en equipo que nos dejó la Selección Colombia.
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