El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, hizo ayer su segundo juramento como mandatario de esa nación, en el que es considerado uno de los peores momentos de ese país en varios años, debido a la fragilidad de la recuperación económica, y a un ambiente político poco favorable, al tener a los republicanos manejando las mayorías en la Cámara de Representantes, lo que hace que vencer a la oposición sea un gran escollo en los actuales momentos.
En su discurso de posesión, desde las escalinatas del Capitolio en Washington, Obama hizo un urgente llamado a la unión de todos los estadounidenses en torno a la urgente necesidad de encontrarle salida a los graves problemas económicos. De hecho, en menos de seis semanas tendrá que tener resuelto un nuevo techo para la deuda externa norteamericana, pues de lo contrario será seguro el ingreso de su sistema productivo en recesión, lo que tendría impactos muy perjudiciales en el resto del mundo.
El mandatario número 44 en la historia de Estados Unidos, tiene el desafío de devolverles la esperanza a millones de norteamericanos que desde mediados de la década pasada han visto el retroceso económico y el deterioro de las cifras de crecimiento, en general. Su compromiso social también le exige al mandatario cumplir con la cobertura y calidad en temas de salud, lo mismo que en la mejora del sistema educativo, todo con un espíritu de equidad que aún está por verse.
Debemos recordar que al cierre del año pasado Obama debió acelerar el paso para lograr un acuerdo mínimo en el Congreso entre demócratas y republicanos, para evitar que el país ingresara al que fue llamado Abismo fiscal. Sin embargo, tales acuerdos para que no se dieran recortes en el gasto público y se les cobrara más impuestos a los más ricos no fueron definitivos, ni con los alcances que el presidente estadounidense hubiera querido, por lo que marzo será un mes definitivo para saber si el futuro de ese país estará o no lleno de oscuros nubarrones.
De acuerdo con sus palabras frente a varios cientos de miles de asistentes al acto de posesión, el presidente Obama está comprometido con la paz del mundo, y está presto a colaborar para que haya alianzas fuertes que enfrenten cualquier posibilidad de guerra. En ese sentido, aunque la atención del mandatario estará concentrada en solucionar sus líos internos, valdría la pena buscar un mayor respaldo al proceso de paz que el gobierno colombiano adelanta con las Farc. Dicho aval ayudaría mucho a que los acuerdos logrados resulten más sólidos.
Otro punto que parece favorable para los colombianos y, en general, para los habitantes de América Latina, es su compromiso por buscar “una mejor manera de dar la bienvenida a los esperanzados inmigrantes” y solucionar las dificultades relacionadas con los indocumentados. Ojalá que en este segundo mandato se concreten sus promesas de dar un mejor trato a los hispanos, que cada día se vuelven más determinantes en todos los aspectos de la cotidianidad norteamericana, y que la legalización de los sin papeles sirva para mejorar, en general, sus condiciones de vida.
La decisión de Obama de limitar el comercio de armas es otro tema que debe interesarnos a los colombianos, ya que la idea es generar una cultura del desarme que nos asegure la tranquilidad social. En nuestro país deben seguirse los pasos de restringir el porte de armas, para lograr mejores resultados en la lucha contra el homicidio. El tema de la legalización de las drogas para atacar el corazón del negocio ilegal debe ser otro punto para profundizar durante los cuatro años del nuevo mandato del líder norteamericano.
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