Se conoció esta semana que el expresidente Álvaro Uribe Vélez se reunió dos veces con el jefe negociador del Gobierno en los diálogos de paz con las Farc, Humberto de la Calle Lombana, y aunque trascendió que se mantienen las diferencias entre lo que piensa la actual administración de Juan Manuel Santos y los puntos de vista del senador del Centro Democrático, lo importante es que se esté avanzando en acercar estos sectores políticos, porque el éxito de un eventual postconflicto depende mucho de que haya sintonía nacional en la visión de futuro.
El hecho de que el encuentro se haya dado en la residencia del embajador de los Estados Unidos en Colombia, Kevin Whitaker, tiene un significado que no se puede perder de vista, pues eso podría indicar que los líderes del país del norte también están muy interesados en que se le encuentre una salida negociada al conflicto armado colombiano, y que ven necesario que la sociedad colombiana, en general, respalde dicha solución, comenzando por los opositores políticos al actual gobierno. Esa es la única manera de lograr una verdadera legitimidad de los resultados de los diálogos.
La presencia del ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, quien viene de ser embajador colombiano en Washington, también da pistas de la posición en la que se encuentran hoy las Fuerzas Militares frente a los diálogos de La Habana. Es claro que el proceso entró en una etapa definitiva en la que se requieren ciertos pasos políticos, jurídicos y sociales que allanen el camino hacia los acuerdos, siempre buscando que lo pactado sea garantía de que se podrá construir una paz sostenible y duradera. El talante de De la Calle transmite una gran credibilidad, que ojalá se concrete en un acuerdo que de verdad beneficie a toda Colombia.
Aunque, desde luego, con todo su derecho a disentir, el expresidente Uribe Vélez sigue en una posición diametralmente opuesta a los propósitos de Santos frente a las conversaciones con la guerrilla, lo más significativo es que se le tenga en cuenta, que se le llame a discutir sobre el tema y que el exmandatario también esté dispuesto a escuchar. La idea de lograr la paz en el país no será completa si no se establecen unos mínimos acuerdos políticos frente al actual proceso. No es necesario que haya consensos, que serían imposibles de construir, pero sí deben tenerse acuerdos sobre lo fundamental, como lo pregonaba el estadista Álvaro Gómez.
Frente al proyecto de ley que pretende crear una comisión especial para analizar los acuerdos con las Farc, es importante analizar a fondo que ese paso se haga en sintonía con los mandatos constitucionales, y que las facultades que se le pretenden aprobar al presidente Santos para que implemente lo acordado no se conviertan en una extralimitación de funciones. Además, como se anunció desde el comienzo, es clave que exista un mecanismo de refrendación en el que los ciudadanos se puedan expresar en apoyo o rechazo.
Los colombianos debemos aprender a que aún las posiciones más radicales frente a temas tan neurálgicos como la paz pueden convivir y resolverse de manera civilizada, sin ataques personales, sin agresiones innecesarias, sin cerrarse a que solo hay una verdad. La pedagogía política que den nuestros dirigentes frente a estos asuntos servirá para que el resto de colombianos podamos superar diferencias sin acudir a la violencia, que es finalmente el gran problema que ha tenido que soportar Colombia por décadas.
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