La renuncia de Bruno Seidel Arango a la gerencia de la Industria Licorera de Caldas (ILC) les deja un espacio de maniobra muy limitado al gobernador Julián Gutiérrez Botero y a la Junta Directiva de la empresa. Para los caldenses es una mala noticia, pues es un funcionario más que se suma a la lista de cinco gerentes que han pasado por la licorera en los últimos 24 meses, los cuales no han logrado superar un año al frente de ese cargo.
Es comprensible que Seidel Arango tenga asuntos personales y de salud que atender, y es respetable que él los considere prioritarios, por encima del destino de la ILC, pero también es fundamental señalar que cuando aceptó el desafío de tomar las riendas de la empresa ya se conocía que no sería una tarea fácil, pues se trataba nada más y nada menos que de contener una caída en sus operaciones fundamentales, como las de comercialización y ventas.
Los argumentos esgrimidos por el gerente para decidir alejarse del cargo, en el sentido de que hay mucho apoyo pero que falta compromiso, deja ver entre líneas que hay sectores internos y externos a la empresa que actúan como piedras en el zapato cuando se trata de tomar decisiones orientadas a la reacción positiva. Así, maniatado, es muy difícil para cualquier gerente, por dinámico que sea, poder emprender caminos de recuperación.
A pesar de eso, todos hubiéramos querido que Seidel Arango se mantuviera al frente del timonel por un lapso más amplio, después de aplicar los planes estratégicos anunciados, para no tener que avanzar hacia decisiones radicales que hoy dibujan un panorama incierto al que debemos enfrentarnos sin vacilaciones. Es verdad que el funcionario saliente no tiene por qué cargar con los errores del pasado, pero dejar las soluciones a mitad de camino significa que la empresa siga a la deriva.
Como están las cosas, tal vez lo mejor será retomar la idea de arrancar de cero, luego de eliminar todos los vicios que la han llevado a la difícil circunstancia presente. Si se da ese paso y se le entrega "nuevecita" la ILC a un nuevo gerente, como lo ha manifestado ya el Gobernador, se podrá ser más exigentes con ese funcionario y, de esa manera, encontrar resultados satisfactorios más rápido.
No queda más alternativa en estos momentos que hacer una reestructuración a fondo en todas las áreas, para ponerlas en un plano real de competitividad. No puede aceptarse que haya trabajadores que devenguen salarios todo el año, cuando apenas laboran pocos meses. De esa manera cualquier empresa llegará a tener graves problemas financieros y de producción, mas cuando no se hace todo lo necesario para mejorar la comercialización de sus productos.
Las cifras de los meses recientes muestran que sí hay posibilidades de recuperación, que hay unos productos que cuentan con un prestigio y un posicionamiento en el mercado que no pueden desperdiciarse, y que solo se trata de tener un buen plan y aplicarlo para que se empiecen a ver las buenas reacciones. Así, que el reto es encontrar ese alguien que se la juegue de verdad por la empresa y la saque adelante, pero antes hay que despejarle el camino.
Una buena opción podría ser cerrar lo que hoy se tiene y abrir una nueva empresa ajustada a las condiciones modernas, que realmente pueda tener un futuro en medio de la exigente competencia. Así que la esperanza solo queda en un timonazo acertado, sin esperar a que haya un mayor deterioro. Ahora bien, para esto también será importante acabar con el gastado sistema de las fronteras departamentales, y ser más agresivos en la búsqueda de mercados nuevos en el contexto de los TLC que tiene Colombia hoy en funcionamiento.
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