Pasaron poco más de 200 años desde que fue hundido y casi 30 años desde que se hizo el primer anuncio de haber sido hallado. Sin embargo, el presidente, Juan Manuel Santos, sorprendió el pasado viernes al mundo con la noticia de que había sido detectado el mítico galeón San José, que naufragó tras ser atacado por piratas ingleses cuando salía de Cartagena de Indias, cargado de un tesoro que muchos cuantifican en varios millones de dólares, pero del que solo se sabrá su verdadero valor una vez sea rescatado de las profundidades del mar, al frente de la isla de Barú.
Apenas se dio a conocer la noticia, resurgieron los fantasmas de las disputas legales. Desde hace años, el país enfrenta a cazadores de tesoros que quieren hacerse con un pedazo de esta fortuna, entre ellos la conocida Glocca Morra, hoy Sea Search Armada, que en tiempos de Belisario Betancur aseguró tener las coordenadas. Sus pretensiones fueron desestimadas por tribunales colombianos, aunque la Corte Suprema le atribuyó la mitad de lo que se encontrara; sin embargo, tal decisión es confusa, pues desde ese mismo momento el Gobierno colombiano le impidió seguir explorando. Intentó entonces ante tribunales internacionales reclamar su derecho, y tales pretensiones siguen sin ser resueltas de fondo.
También entra a mediar España, cuya bandera, enarbolaba el San José, al momento del hundimiento. Ha anunciado el país ibérico que pedirá información y seguramente buscará un pedazo de la torta, pues eran tiempos en que este reino era parte de ese, y se ampara en la firma del Tratado de la Unesco sobre tesoros en barcos hundidos. No obstante, Colombia no ha suscrito tal acuerdo, razón por la cual, en principio, no está obligado a cumplir. No obstante, deberá estar atenta a responder los requerimientos diplomáticos y seguramente judiciales que se anuncian con tamaño hallazgo.
Más allá del tesoro, aquí hay un objeto de culto, cuyo valor de dimensiones históricas es difícil de comparar. Importante que detrás de su rescate se encuentre el Instituto Colombiano de Antropología, pues ayudará a que ante todo se conserve la historia y desde ya se anuncia la creación de un Museo para el galeón, seguramente en Cartagena, cosa que se requiere para entender mejor el pasado en estas aguas y para ayudar a la difusión de la historia. Por eso se requiere que, como ya lo previno la Unesco, el rescate se haga con el mayor cuidado en busca de la preservacion de los objetos y del galeón mismo. Sobre todo, será clave que se proteja el área, todo el tiempo, para impedir que otros cazadores de tesoros quieran hacerse a un pedazo de la fortuna.
Se vendrá un largo camino para lograr culminar el proceso que apenas se inicia con el hallazgo. Este podría tardar años. Deberá la Comisión Asesora de Antigüedades Náufragas tomar las decisiones que permitan a la Presidencia y al Congreso de la República trazar la ruta para hacer de este hallazgo una verdadera oportunidad, pues si las cosas funcionan podrá el país continuar por esta senda en busca de otros barcos naufragados, que se calculan en más de mil, los que estarían en aguas colombianas o por lo menos en la zona en disputa con el mar perdido con Nicaragua.
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