La aprobación que la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos le entregó a un compuesto químico desarrollado por profesores de la Universidad de Caldas, con el cual se apunta a curar la leishmaniasis cutánea, marca un hito en la historia de la investigación científica en nuestras universidades y demuestra que contamos con el capital humano suficiente para avanzar en la consolidación de Manizales como ciudad del conocimiento. Si bien en el pasado la Universidad Nacional también ha obtenido este tipo de logros, lo de ahora no deja de tener singular importancia.
Los profesionales Luz Amalia Ríos, Rogelio Ocampo y Sandra Duque, autores de la investigación, merecen el mayor reconocimiento no solo de la comunidad académica, sino de toda la ciudadanía caldense, por convertirse en ejemplo para quienes trabajan en los laboratorios de nuestras universidades, pues ya demostraron que es posible obtener resultados de vanguardia con la actual infraestructura científica, y que solo se requiere disciplina y persistencia para alcanzar metas significativas. Desde el 2006 comenzó un proceso que no estuvo desprovisto de obstáculos y ahora da frutos.
Estamos hablando de la primera patente internacional para un producto de una investigación de la Universidad de Caldas. No son muchas las patentes de este tipo logradas en otras universidades colombianas, por lo que este paso eleva aún más los niveles de calidad de nuestros centros de educación superior. Además, esto significa que se cuenta con la potencialidad científica para desarrollar productos que pueden generar no solo beneficios de salubridad y calidad de vida para los posibles pacientes, sino la opción de impulsar industria bioquímica que genere rentabilidad económica.
Falta aún bastante para que este reconocimiento se pueda convertir en un producto que se comercialice con todo el respaldo de una empresa farmacéutica seria. Sabemos que estos investigadores tienen ahora más incentivos para llegar a ese objetivo, nada fácil por supuesto, y que tal vez más adelante nos den más buenas noticias que nos llenen de orgullo a todos.
Esto, unido a lo que hoy ocurre en el Centro de Bioinformática y Biología Computacional, Bios, y en Cenicafé, por ejemplo, aporta bases firmes al convencimiento de que en la región contamos con una infraestructura a la que se le puede sacar mucho provecho, además de garantizar que Manizales y Caldas sean reconocidas cada vez más como eje del saber científico en Colombia y América Latina. Queda demostrado, de nuevo, que la región cuenta con el capital humano suficiente para darle sostenimiento a una estrategia de ciudad en la que el conocimiento sea el gran detonante del desarrollo.
Sería excelente que estos científicos comenzaran a apoyar a otros grupos de investigación, prestándoles asesoría en esos complejos procesos jurídicos que implican tramitar una patente como la que ahora tienen. Muchas veces son esos procedimientos administrativos y meramente formales los que hacen complejo y desmotivante la labor de los científicos. Ese nuevo aprendizaje puede ser un valor agregado que vale la pena compartir con los colegas. Si se generan dinámicas que impliquen trabajo interdisciplinario de alto nivel, con objetivos concretos de alcanzar metas más ambiciosas, podremos convertirnos en referente nacional e internacional de la ciencia, la tecnología y la innovación.
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