a determinación del Tribunal Administrativo de Caldas de suspender en forma inmediata el permiso que el Municipio de Manizales le entregó en el 2010 a Expreso Sideral para operar la ruta del Cosmobús, entre el sector de San Sebastián y el Centro, es una demostración más de los problemas que tenemos en el transporte público. Aunque hay un consenso acerca de la necesidad de que la capital caldense cuente con un Sistema Estratégico de Transporte Público (SETP) que garantice un mejor servicio para toda la población, la triste realidad es que todo está paralizado en ese asunto.
La actual administración, liderada por el alcalde Jorge Eduardo Rojas, se comprometió desde un comienzo a destrabar todos los problemas que traía la iniciativa e impulsar el proyecto con el apoyo de Planeación Nacional. Se ha hablado, inclusive, del aporte por $220 mil millones que haría el Gobierno Nacional para echar a andar el sistema, en el que se integraría todo el transporte para beneficio de la competitividad de la ciudad. Hoy poco se dice sobre eso, y pareciera que las buenas intenciones se diluyeran en nada.
¿Qué pasó con el Conpes que se impulsaría para allegar esos recursos? Los años han pasado, y a escasos nueve meses de que el alcalde Rojas entregue el mandato a su sucesor podríamos decir que estamos en el mismo punto que cuando se posesionó en el cargo. Es cierto que se impulsó la liquidación de la empresa Transporte Integrado de Manizales (TIM), que se constituyó en una salida en falso a la implementación del sistema durante la administración de Juan Manuel Llano, pero todo lo demás está igual o peor.
En nuestro transporte público todo parece moverse bajo la improvisación y de manera en exceso informal. Lo ocurrido con la ruta suspendida del Cosmobús evidencia que las cosas se han manejado con ligereza, y todo indica que hay demasiada resistencia al cambio. Los manizaleños merecemos que la ciudad cuente con un transporte público serio, eficiente, cómodo, moderno y a buen precio. Siendo una ciudad pequeña, y contando con distancias cortas entre los sectores urbanos más extremos no debería ser tan complicado.
Los transportadores habrían de ser los más interesados en ello, y sin embargo no se les ve impulsando iniciativas al respecto, de manera articulada. Lo que se observa es que cada cual hace lo que quiere. Eso es lo que lleva a que el parque automotor actual sea altamente contaminante, sin que se haga nada para controlarlo; a que no se usen bien los paraderos, sin que haya sanciones; a que en algunas vías los buses y busetas sean los causantes de congestiones absurdas, sin que nadie regule. Esta administración debería empeñarse en resolver estos asuntos antes de entregar las llaves.
Está demostrado que el cable aéreo es un sistema eficiente para viajar por la ciudad, y que además es rentable por el número de pasajeros que logra mover. Deberíamos pensar en impulsar la creación de nuevas líneas de cable que garantizarían no solo un servicio más eficiente, novedoso y cómodo, sino que ayudaría a impulsar el turismo en la ciudad, como una manera de convertir una supuesta desventaja por su topografía quebrada, en una oportunidad de desarrollo y crecimiento.
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