Es acertada la decisión del Gobierno Nacional de instalar nuevamente una base militar, con 150 hombres, en el corregimiento de San Félix, de Salamina (Caldas). Los rumores acerca de posible presencia de armados ilegales en algunas zonas limítrofes con Antioquia hacen necesarias las medidas de reforzar la seguridad para evitar que vuelvan a aparecer organizaciones como el mal recordado frente 47 de las Farc, que al mando de alias Karina hizo y deshizo en amplias zonas del oriente y norte caldense.
Podríamos decir que, aún sin firmarse ningún acuerdo en las conversaciones de paz de La Habana (Cuba), en Caldas ya estamos en el posconflicto, ya que los campos minados fueron erradicados casi en su totalidad, las víctimas de desplazamiento forzoso por guerrilleros o paramilitares ya están regresando a sus parcelas, las estadísticas de muertes violentas en municipios que hace apenas una década eran un mar de sangre permanente se han ido a cero en muchos casos, y se percibe una especie de nuevo despertar. Eso es algo que hay que proteger a toda costa.
Debemos recordar que hasta mayo de 2013 funcionó una base militar en el sector de La Palma, de Salamina, lo que permitió que la comunidad se sintiera segura por mucho tiempo en esa zona del norte del departamento. Las condiciones precarias en las que los uniformados prestaban sus servicios hizo que un día se levantara la base, por lo que esperamos que esta vez los altos mandos piensen en establecer allí un campamento bien dotado, en el que los soldados estén prestos a ayudar a la comunidad a sentirse más segura, sin temer que pueda volver la mala época.
Esta base, bien coordinada con la que está instalada en Pensilvania, en el oriente de Caldas, podrían dar todas las garantías de que los grupos irregulares no puedan ingresar al departamento. Hoy es claro que el frente noveno de las Farc sigue activo en el sur de Antioquia, y que ante la presión del Ejército en esa zona sus miembros huyen hacia Caldas, donde si bien no han cometido actos graves, sí han sido vistos, al parecer, por campesinos que se alarman ante la posibilidad de que regresen los tiempos del frente 47. Por eso, es fundamental que también desde Caldas hacia el norte haya presión, pues nuestros territorios no pueden convertirse en refugio de delincuentes.
Hay rumores, además, de que alias Kadafi, el único líder que habría sobrevivido de la cúpula del frente 47, está merodeando y moviéndose en procura de retomar sus andadas. Las Fuerzas Militares deben actuar de manera preventiva y no permitir que alguien así, con sus mañas sanguinarias y sin escrúpulos pueda volver a conformar un grupo como el que nos azotó en el pasado. Por el contrario, hay que hacer todo lo posible por capturarlo y ponerlo a órdenes de la justicia. No hay que esperar a que se rearme y forme una pandilla para actuar en desbaratar sus posibles planes.
Hay zonas en Caldas que, por su topografía o por sus condiciones naturales, se convierten en posibles corredores para esta clase de agrupaciones, o buenos lugares para esconderse. Tales son los casos de las zonas de San Félix, en Salamina, o el cañón del río Samaná en el oriente caldense. Es en esos lugares en los que la presencia de los uniformados puede hacer la diferencia, y dar garantías de que ya se pasó para siempre la oscura página de muerte. Lo mismo hay que hacer en todos los rincones del país, sin descuidar el deber constitucional de las Fuerzas Militares de garantizar la seguridad y tranquilidad de todos los colombianos.
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