¿Reconciliación en Venezuela?

El próximo martes, en plena Semana Santa, volverán a verse las caras frente a frente el presidente venezolano Nicolás Maduro y los distintos líderes de la oposición en ese país, reunidos en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), encabezada por el excandidato a la presidencia Henrique Capriles. En el primer diálogo del pasado jueves en la noche cada uno destapó sus cartas, con miras a lograr acuerdos que le devuelvan la tranquilidad al vecino país, donde en los dos últimos meses han muerto cerca de 40 personas en jornadas de protesta contra el Gobierno.

Para lograr estos acercamientos, el Vaticano y la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) hicieron un trabajo previo de persuasión, con el ánimo de que se generara un espacio en el que de manera sincera se expusieran todos los puntos que están en juego. El debate estuvo encendido por momentos, y quedó claro que no será fácil que las partes cedan en temas que cada uno considera el corazón de sus argumentos. La oposición sigue insistiendo en que el gobierno de Maduro actúa como una dictadura, mientras que el oficialismo reclama que los opositores no desconozcan su legitimidad.

Como sea, confiamos en que las conversaciones avancen de la mejor manera y que haya posibilidad de acuerdos que garanticen un mutuo respeto, en un marco democrático, en el que el actual gobierno es el más obligado a actuar respetando los principios de libertad y de protección a todos los demás derechos fundamentales de los ciudadanos. Ambas partes deben hallar las salidas que desbloqueen la crisis de alimentos, e incluso los problemas de insumos como el papel para la elaboración de periódicos, situación que afecta, indudablemente, la libre expresión y el derecho a estar informados.

Las exigencias de la oposición de que sean liberados los presos políticos, que se den garantías para las protestas pacíficas y que se acabe con la intimidación de las fuerzas armadas oficiales son muy justas. Si, de verdad, el gobierno de Maduro quiere demostrar su interés de seguir el camino de la democracia y lograr que sea respetado como un gobierno serio, tanto en el interior de sus fronteras como fuera de ellas, debe acabar con las medidas represoras y preocuparse por atender las demandas ciudadanas de la mejor manera.

En ese sentido, es necesario tomar en cuenta el mensaje del papa Francisco, quien a través del cardenal Pietro Parolin, segundo del Vaticano, y el nuncio apostólico Aldo Giordano, busca ayudar en el logro de la paz política allí. “Estoy plenamente convencido de que la violencia nunca podrá traer paz y bienestar a un país, ya que ella genera siempre solo violencia”, manifestó el pontífice en una carta, en la cual exhortó a todos los involucrados a que “no se detengan en la coyuntura de lo conflictivo, sino que se abran unos a otros para hacerse y ser auténticos constructores de paz”.

Colombia, al lado de Ecuador y Brasil, hace presencia en estos diálogos con su canciller, María Ángela Holguín, situación que el Gobierno Nacional debe manejar con gran tino, pues existe el riesgo de que Maduro trate de presionar para obtener manifestaciones de respaldo, a cambio de sus oficios de persuasión ante las Farc con respecto a las negociaciones que se desarrollan en La Habana. Un paso equivocado en Venezuela también podría afectar negativamente los acuerdos que se puedan alcanzar con la subversión en nuestro país.

En el marco de esta situación confiamos en que la oposición venezolana supere sus divisiones y logre fijar una sola voz en el espacio que ha surgido. Esa es la única manera de ganar terreno en el espinoso escenario planteado por el gobierno de Maduro, que con su actitud abierta al diálogo tal vez solo busque recomponer su deteriorada imagen de régimen totalitario.