e calcula que los 24 días de paro que protagonizaron los camioneros generaron cerca de $450 mil millones en pérdidas. Esa es la cifra que maneja Asecarga, que contabilizó lo que dejó de recibir el gremio durante ese lapso y los daños a los vehículos. No obstante, si se toma en cuenta que la afectación se extendió a la industria, al comercio, al sector agrícola, y que muchas toneladas de productos perecederos tuvieron que ser echadas a la basura, las pérdidas ocasionadas por esa parálisis pueden ser mucho más grandes, difíciles de cuantificar.
Ahora bien, si se observan los acuerdos a los que llegaron los camioneros en la madrugada del jueves, es sencillo concluir que tal concertación pudo haberse logrado mucho antes, sin permitir que pasaran tantos días, y evitando que la economía nacional se afectara como ocurrió. Da la impresión, y eso no es un asunto de ahora, sino que se ha visto en otros paros, que este Gobierno es lento para reaccionar ante estas demandas y que los quejosos podrían mejorar sus condiciones sin llegar a situaciones extremas. Con un poco de sindéresis se evitaría un pierde-pierde que acaba afectando a todo el mundo.
Es evidente que estos paros, además de frenar el desarrollo normal de la economía, también ponen en riesgo los avances que se han tenido en materia de empleo. No solo en lo que tiene que ver con el sector transportador, sino en todo el aparato productivo. Si el Gobierno Nacional considera que la industria, el agro y el turismo son los que pueden aprovechar en la coyuntura alcista del dólar, lo peor que puede hacerse es permitir que las carreteras se bloqueen o que el transporte de carga trabaje a media marcha.
Es verdad que se requiere con urgencia un estudio sobre la política pública de este tipo de transporte, sobre todo porque no puede dejarse la movilización de toda la carga en manos de los camioneros, sino que es necesario agilizar las obras ferroviarias que aseguren el uso de los trenes para largas distancias, con lo que no solo se evitarían situaciones como las que se vivieron durante todo el mes de marzo, sino que bajarían los costos y seríamos más competitivos.
En cuanto al tema de los fletes, el país debe estar atento a que el anuncio de la implementación del Sistema de Información de Costos Eficientes para el Transporte Automotor de Carga (Sice-Tac), no termine siendo un retroceso, cuando ese asunto debe dejársele a la ley de oferta y demanda. Solo a través de esa fórmula es posible ser más competitivos. Tratar de establecer fletes con una tabla solo aplazaría por un tiempo un problema que volverá a estallar, al acostumbrarse los camioneros a regulaciones paternalistas.
Da la impresión de que el Gobierno Nacional, apurado por la amenaza de nuevos paros en otros sectores, como el educativo y el de salud, terminó cediendo en puntos que podrían generar problemas en el mediano y largo plazo. Ojalá que solo sea impresión, y que de ahora en adelante se garantice que el país podrá seguir funcionando sin interrupciones. Frente a esto, es necesario que el Gobierno reaccione a tiempo y no permita que transcurran los días sin tomar decisiones, ya sea para fijar posiciones firmes negativas o para acordar asuntos fundamentales que pueda entregar sin mucho sacrificio.
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