El presidente Juan Manuel Santos dijo a principios de junio pasado que cree necesario que se revise la existencia del cargo de Vicepresidente de la República, ya que le gusta mucho más la figura de Designado Presidencial que él mismo ocupó hace unos años, y la cual se tenía antes de la Constitución de 1991.
El debate en torno a este puesto, que muchos califican como inoficioso, se ha intensificado debido al delicado estado de salud que ha presentado el actual titular, Angelino Garzón, y también a los rumores según los cuales el expresidente Álvaro Uribe estaría interesado en ser el compañero de fórmula de su propio candidato para las próximas elecciones presidenciales.
También se ha venido insistiendo desde el Congreso de la República en la urgente necesidad de que esa corporación ordene la evaluación inmediata del estado de salud de Garzón, para confirmar la plenitud de sus funciones y ver si está en capacidad de ejercer el cargo.
El alboroto subió de temperatura, luego de que surgió el rumor de que Garzón estaba de acuerdo con apoyar la realización de una asamblea nacional constituyente, que apuntaría entre otras a disolver el actual Congreso, idea que es respaldada por el expresidente Uribe, pero rechazada por el gobierno de Santos.
Fue el propio Presidente, sin embargo, quien después de reunirse con Garzón, desmintió el rumor y aseguró que el vicepresidente se encuentra en buen estado de salud y "muy lúcido", y que no considera conveniente su renuncia, como lo pidieron voceros de un sector del Partido Liberal, quienes consideran que el copiloto no puede ir en contra de lo que piensa el que comanda la nave.
Lo más reciente que se conoce acerca de los padecimientos del funcionario es que deberá continuar incapacitado por el accidente cerebrovascular que sufrió hace algunas semanas.
De todos modos, en el aire siguen flotando las palabras del mandatario de los colombianos acerca de que la figura de la Vicepresidencia había quedado mal diseñada, y que además de inconveniente resulta costosa para el erario. Frente a eso han surgido todo tipo de conjeturas que apuntan a que Santos no se encuentra muy a gusto con diversas declaraciones de Garzón sobre distintos temas, que parecen ir en contravía de su pensamiento.
Sin embargo, con la carta abierta del Vicepresidente dada a conocer esta semana, en la que le agradece a Santos y al pueblo colombiano la paciencia con su enfermedad, parece mostrar que no se ha apartado de las directrices de la Casa de Nariño.
El martes próximo, no obstante, el presidente del Congreso, Roy Barreras, se dispone a liderar una propuesta para que se analice a fondo la salud de Garzón y establecer si puede seguir o no en el cargo. Creemos que esa es una posición correcta, pues si bien el funcionario y su familia tienen derecho a su intimidad, por encima de ellos están los derechos de todos los colombianos a contar con una persona con plenas capacidades de asumir la Presidencia de la República, en caso de falta temporal o definitiva del titular (que ojalá no se dé), como lo establece la Constitución Nacional.
Ahora bien, además de establecer la real condición física de Garzón, es fundamental que se ponga fin a la serie de rumores que se vienen dando a su alrededor, los cuales parecen apuntar solo a generar nuevos escenarios de desestabilización que no le convienen al país, y que solo buscarían la pesca en río revuelto. Así mismo, es válido retomar la idea de Santos de revisar esa figura, para establecer reglas más claras que le aporten herramientas de gobernabilidad al huésped del Palacio Presidencial.
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