La Corte de Justicia de México aprobó esta semana el uso de la marihuana con fines lúdicos y sin ánimo de lucro, una determinación que abre las puertas hacia un cambio de fondo en la percepción que mundialmente se tiene frente a las drogas psicoactivas. Ya en otros países se han dado pasos en la misma dirección o en sentidos similares, con la posibilidad de usarlas con fines médicos, por ejemplo, lo que plantea transformaciones en la manera como se les comienza a observar desde distintas perspectivas, empezando por tomar conciencia que deben abordarse como un asunto de salud pública.
Hasta el momento, el problema de las drogas ha sido afrontado desde un ángulo judicial, con la persecución de los expendedores de esos productos y llevando a la cárcel no solo a los que venden sino también a los que compran. No obstante, los resultados han sido precarios, y en lugar de hallar salidas el lucrativo negocio de traficar con drogas se ha convertido en un generador de violencia y corrupción en todos los niveles, que cada vez se hace más costoso y difícil controlar. México vive esa compleja situación, en la que países como Colombia también han fracasado, por lo que el cambio de enfoque en la lucha contra las drogas podría terminar siendo positivo para el mundo.
Sin perder de vista que las drogas psicoactivas pueden ser perjudiciales para la salud, también es cierto que podría ser menos costoso económica y socialmente regular su uso y adoptar políticas de prevención y atención a la drogadicción, con las que gradualmente se termine con un negocio que al ser ilegal es enormemente lucrativo, al punto de que se forman sofisticados carteles dispuestos incluso a lanzar guerras contra los estados con tal de mantener los beneficios económicos que reciben. Todo esto desaparecería si se pensara en políticas mundiales de regulación.
Hoy es claro, desde una perspectiva científica, que el riesgo de la marihuana para la salud es menor o similar al tabaco, y que su prohibición resulta desproporcionada respecto al derecho que tienen los ciudadanos a su autonomía individual. Este mismo argumento es usado hoy por muchas personas en los Estados Unidos donde también se habla del tema en varios estados de ese país, donde el uso de la planta ya es legal en Colorado, Alaska, Oregon y Washington.
Ya en Colombia el presidente Juan Manuel Santos ha hablado de esa posibilidad, e incluso ha tratado el tema con el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, quien se ha mostrado a favor de hacer un viraje en la política antidrogas, con el fin de ganarle la lucha a los narcotraficantes, sin que eso implique seguir exponiendo a miles de colombianos a morir en esa batalla. Una firma del fin del conflicto con las Farc ayudaría en forma directa a que las formas de esa lucha también cambien y las ayudas norteamericanas puedan convertirse en promotores de un desarrollo rural alejado del cultivo de drogas ilícitas.
Este es un tema sobre el que expresidentes del mundo, entre ellos varios de América Latina, pidieron en el 2011 que se comenzara a reflexionar para dar un cambio positivo, en el que se pueda acabar definitivamente con el tráfico ilegal. Desde luego que hay grandes intereses a su alrededor, que van a seguir procurando que las acciones prohibitivas se mantengan, porque, por ejemplo, en medio hay una industria de armas que podría afectarse si se dan cambios definitivos. Sin embargo, decisiones como las de la corte mexicana amplían el panorama y se acercan a la aplicación de remedios no solo más efectivos, sino más eficientes ante el problema de las drogas en el mundo.
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