Por una Manizales verde

Estructura Ecológica Principal es una definición que suena lejana, aburrida y abstracta. Sin embargo, todo lo que pase con ella nos toca de cerca en cada actividad que desarrollamos en nuestra vida cotidiana. Por eso es tan importante que la Administración Municipal la esté considerando como un capítulo autónomo y primario de la actualización del Plan de Ordenamiento Territorial (POT), actividad que cruza por una etapa de socialización en la que se unen los esfuerzos de la Alcaldía con los del Concejo y con el diario LA PATRIA.

La buena noticia alrededor de este enfoque es que las llamadas áreas protegidas, correspondientes a bosques, páramos y, en general, pulmones verdes nativos, serán más amplias a partir del nuevo POT, al pasar de 9 mil 56 hectáreas a 11 mil 691 hectáreas, lo que es un avance, sin duda, en el enfoque ambientalista que cada vez toma más fuerza y que demuestra ser fundamental para un futuro con mayor calidad de vida para los manizaleños. Algo importante es que otras zonas pequeñas en medio de la ciudad que han tenido vocación de bosque tendrán legalmente más protecciones.

La meta, sin poner obstáculos al crecimiento en infraestructura, y fomentando una renovación urbana cada vez más amigable con la naturaleza, tiene que ser una vida mejor sintonizada con los principios de sostenibilidad. Contar en el Municipio de Manizales con lugares tan valiosos como el Páramo de Letras, el bosque de Río Blanco, el Ecoparque Los Yarumos, la Reserva de Monteleón, el Bosque Caracoles y el Cerro Sancancio, entre otros, tiene que ser visto como estratégico en la consolidación de un futuro con mayor calidad de vida en la región.

Resulta evidente que ese cuidado nos permitirá tener suelos más propicios para el cultivo de alimentos y áreas dedicadas a ser manantiales de aguas que no solo sirvan para el consumo humano, sino para la generación de energía y para el riego de plantas. También está el reto de fomentar la presencia de pulmones ecológicos en medio de la ciudad, para garantizar un aire menos contaminado, además de trabajar con el propósito de bajar las emisiones de gases tóxicos en nuestros sistemas de transporte, en las industrias y en las distintas actividades ciudadanas.
 

Hay que ser conscientes de que la topografía de Manizales, las laderas que hoy ya sufren avanzados procesos erosivos y la tradicional existencia de actividades agropecuarias que van en contravía de la protección ambiental requiere que haya políticas muy claras que neutralicen sus efectos negativos, de tal manera que cada año que pase signifique evolución y no retroceso. Habrá que ser muy creativos para garantizar que esto ocurra, ensamblando muy bien todos los elementos del ordenamiento del territorio con las fortalezas ambientales de nuestra ciudad, que son bastantes.
 

De hecho, cuando vienen extranjeros a nuestra ciudad, generalmente se sorprenden de la gran riqueza de verdes con la que contamos y sienten envidia de esas ventajas que nosotros no valoramos en la dimensión que se debería. En ese sentido es bastante positivo que la Administración Municipal esté pensando en cerrar la expansión de la ciudad hacia el norte y oriente, y que esté enfocada en impulsar un crecimiento futuro hacia los sectores occidentales, donde también confluirán infraestructuras de importancia como el llamado proyecto Pacífico III, y su conexión con la doble calzada a Pereira y Armenia.

Es evidente que, además de voluntad, se requerirán cuantiosos recursos para emprender una tarea seria en este sentido, que esté muy articulada con las políticas metropolitanas, regionales y nacionales, de tal manera que no solo Manizales, sino todo Caldas se mantenga como potencia ecológica, como fuente permanente de agua y como un lugar biodiverso que fomente no solo el turismo sino el desarrollo de novedosas iniciativas industriales y de investigación, que nos hagan sobresalir positivamente en el mundo.