Nuestra TV: futuro incierto

El pasado 17 de julio, como parte de la celebración de los 60 años de la televisión colombiana (se cumplieron el 13 de junio), el Ministerio de las TIC y Señal Colombia Sistema de Medios Públicos presentaron el programa Señal Memoria, con el fin de conservar las voces y las imágenes de los personajes que durante estas seis décadas contribuyeron a la creación y al desarrollo de la televisión en nuestro país. De esa manera se avanzará en la digitalización y almacenamiento de unos 18 mil archivos audiovisuales en los que hay gran parte de la historia de Colombia.

Debemos recordar que la primera emisión televisiva en nuestro país ocurrió durante el gobierno de Gustavo Rojas Pinilla, quien la trajo con la idea de que fuera estatal y cultural, siendo Colombia la sexta nación de América Latina en tenerla. Como hecho curioso, la primera antena de repetición fue instalada en el Nevado del Ruiz, por lo que Caldas tuvo mucho que ver desde el primer momento en la expansión de la señal que inicialmente solo se generaba en estudios cerrados en Bogotá.

Hoy nuestra televisión, que ya cuenta con el sistema de TDT (Televisión Digital Terrestre), está tecnológicamente al nivel de las mejores del mundo, y ha madurado bastante en cuanto a contenidos, al punto de que Colombia es un productor importante de audiovisuales en la región, pero tiene aún muchos desafíos que de no saber sortearlos podrían llevarnos al fracaso. Muchos temen que en Colombia se esté configurando una especie de duopolio en contravía de los intereses de los ciudadanos, y que además el Estado se esté quedando en una especie de especulación con el espectro electromagnético, cuando las tendencias actuales es a la televisión a través de internet, lo que cambiará necesariamente el esquema del negocio.

La pantalla chica colombiana puede resumirse en un presente con 71 canales ofrecidos por los 52 operadores de televisión por cable, de los cuales el 11,5% maneja el 96% de los clientes, según la Autoridad Nacional de Televisión (Antv). Entre esos canales hay dos privados colombianos, RCN y Caracol, que han hecho todo lo posible por bloquear la posible entrada de otro canal similar que les haga competencia. Lo que debe pasar en el inmediato futuro es que, como está previsto en el Plan Vive Digital, el Gobierno abra la licitación para el tercer canal.

Estos mismos dos canales privados, en otro frente de disputa contra los cableoperadores, vienen protagonizando una polémica en la que incluso han desconectado sus emisiones en alta definición (HD), como una forma de presionar pagos adicionales de los operadores que, sin duda, en caso de tomar esas imágenes de alta calidad, transferirían tales costos a los bolsillos de los usuarios.

En aras de la pluralidad y de la necesidad de que la gente tenga nuevas opciones para disfrutar de una televisión de calidad excelente, el Gobierno también debe incentivar la creación de otros canales digitales, pero con sus debidos controles. Por esta vía muy pronto será posible tener una televisión personalizada que satisfaga plenamente las necesidades y deseos de los televidentes.

Es cierto que la televisión pública colombiana es de un nivel que es reconocido por expertos en el exterior, y en general todo lo que se hace con el sello de Señal Colombia es resaltado como producto de vanguardia, pero también es verdad que los desafíos futuros no solo desde el punto de vista tecnológico, sino en cuanto a los contenidos y su pertinencia, son de hondo calado. Los procesos que están atascados tienen que descongestionarse y superar los obstáculos que sus principales actores se han encargado de fabricar.

En cuanto a contenidos, somos muy buenos produciendo telenovelas y seriados, pero la programación cultural y noticiosa es pobre y escasa. Salvo Señal Colombia, canal oficial, los canales privados están en deuda con la audiencia.

Los 60 años que se celebran tienen que reflejarse en madurez y democratización, pues no de otra manera nuestra televisión tiene futuro. Si se mantienen los bloqueos y broncas podrá llegar el momento en que todo se rompa y nos quedemos con una televisión limitada y sin posibilidades de progresar.